“¿Por qué estás tú triste, oh alma mía?; y ¿por qué me llenas de turbación? Espera en Dios; porque todavía he de cantarle alabanzas, por ser él el Salvador, que está siempre delante de mí, y el Dios mío. (Salmo 42:5)
¿Qué es este sentimiento que mortifica nuestras almas? ¿Quién ha puesto obstáculos en el camino de tu luz, para que tus hijos tropecemos y hacernos caer en la oscuridad del miedo? Algunos preguntan por el buen pastor, porque se sienten como ovejas perdidas en el desierto de la nada; otros, han corrido a esconderse, pues se sienten perseguidos; los más, estamos orando para que la oscuridad se aleje y reine para siempre entre los hombres los dones obsequiados por tu sabiduría.
Algo habremos de aprender después de haber pecado por a venerar a otros dioses: a los hombres que dicen ser más poderosos que Tú; al dinero, que mueve voluntades y consciencias; a los bienes materiales que esclavizan; a los vicios que arrebatan la consciencia y la dignidad de los más débiles.
Muchos ríen con falsa valentía, otros dudan de tu poder al pensarse abandonados, y habrá quienes desconfían del amor que tienes por tus hijos en la tierra; pero tú, mi Señor, sigues firme en tu promesa de estar siempre con nosotros y habremos de sentirte en cada momento ante las expresiones de dolor y temor.
“Yo soy el buen pastor: y conozco mis ovejas, y las ovejas mías me conocen a mí. Así como el Padre me conoce a mí, así yo conozco al Padre; y doy mi vida por mis ovejas. Tengo también otras ovejas, que no son de este aprisco, las cuales debo yo recoger, y oirán mi voz; y todas se harán un solo rebaño, y un solo pastor” (Jn 10:14-16).
Tengamos fe y todo saldrá bien, y si algo habrá de cambiar en nosotros, que sea nuestra forma errática de vivir. Demos gloria al nombre de Dios.
Dios bendiga nuestra familia y nos libre de todo mal. Dios bendiga todos nuestro Domingos Familiares.
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