“El alma benéfica será colmada de bienes; y será como embriagada de ellos, la que a otros embriaga. Quién esconde los granos será maldito de los pueblos; más la bendición descenderá sobre la cabeza de los que los sacan al mercado. En buena hora madruga el que busca cómo hacer el bien; más el que busca cómo hacer el mal, será del mal oprimido. Quien confía en sus riquezas, caerá por tierra; al paso que los justos florecerán como árbol de verdes ramas” (Proverbios11:25-28)

¿Y ahora qué sigue? Ya no puede ser más de lo mismo, porque ya quedo demostrado que lo mismo siempre no fue igual. El hombre y la mujer ya no pueden vivir engañados, han probado de todo en la vida, lo dulce y lo amargo; algunos han decidido quedarse con lo amargo, porque piensan que es más seguro sentir lo dulce a probaditas, aunque poco a poco se vaya perdiendo el sabor hasta ser insoportable. Los que se han identificado con el dulce sabor, no quieren experimentar lo amargo; más, los que esperan poder tener la oportunidad de saborear algo diferente, algo que no se vista de engaño y se enmascare con la mentira; ni tampoco se quieren dejar deslumbrar por el aparente brillo y lucidez del oportunismo, que envuelve con ilusión de una chispa que conduce a la desventura, porque alimentará a los que siempre han podido y desechara a los que se acostumbraron a vivir de ilusiones; los que han abierto los ojos a la verdad, prefieren andar los pasos seguros de quien ha probado el sabor de la tierra con los pies descalzos, de quien no se queja de las variables inesperadas y ve en los problemas oportunidades para develar la cortina de la ilusión con la que suelen ser atrapados por las falsas redes de arrastre de la vida fácil.

Señor, pequé y me arrepiento, ten misericordia de mí, ilumina el camino por el que debo seguir, es ese ahora el lamento de los que se han equivocado y ya no quieren sufrir, de los que quieren recuperar su dignidad y olvidarse de odios y rencores; llama ahora a los sembradores de la verdadera paz, para que lo sembrado en el corazón de los que quieren vivir en armonía, se dejen guiar por el amor que nos obsequias para mantener la comunión de tus hijos en la tierra.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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