“Volvióse de nuevo por segunda vez, y oró diciendo: Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, hágase tu voluntad” (Mt 26:42)
La incertidumbre causa miedo y el miedo paraliza, más, cuando se está consciente que el Padre Celestial siempre quiere lo mejor para sus hijos, la fe da firmeza y seguridad a quien hace su voluntad. Mas, cuando dudas de tu fe, podrías preguntarte si estás en gracia de Dios, entonces ¿Cómo saber si Dios te está mirando y cuida de ti, si ha habido resistencia de tu parte para atender su llamado y al cumplimiento de sus mandamientos?
Dios quiere que todos alcancemos la salvación, y nunca abandona a los débiles, a los incrédulos, a los que en apariencia son escépticos, pero han experimentado situaciones inexplicables que sólo podrían ocurrir gracias a un poder supremo. Por qué no podríamos tener miedo tú y yo, si sabemos por nuestra cuenta, que no somos perfectos, que somos débiles, pero también sabemos que estamos conscientes de que necesitamos de Dios para vencer nuestras mezquindades.
Señor, tengo miedo, más éste no implica el hecho de mi incapacidad para cumplir tu voluntad, sino la posibilidad de fallarte. Señor tú has confiado en mí muchas veces y me has permitido observar en mí la capacidad y el gran potencial que tengo para tener una conversión total, para mantenerme cerca de ti, para hacer tu voluntad y seguir esforzándome por estar gozando de tu complacencia para servir a mi prójimo con amor, con el mismo amor con el cuál tú siempre me has prodigado.
Padre, hágase tu voluntad y camina siempre a mi lado, para que cuando me asalte el temor a fallar, siempre pueda sostenerme en tu amor para salir victorioso de cualquier prueba.
Bendice, Señor, a nuestra familia y bendice todos nuestros Domingos Familiares.
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