“Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo” Ella ve con agrado nuestra devoción, nos escucha e intercede por nosotros ante su hijo Jesucristo. Yo veo su imagen y en su rostro bendito, refleja su infinita misericordia.
Toqué con mis manos el hermoso rostro de mi madre, la besé con ternura, y ella me miró con el amor de siempre, no había reproche alguno, me acepta como soy y me bendice, me desea salud y me aconseja que repose. Toco el hermoso rostro de mi madre, y en mis manos siento la humedad que me obsequian sus benditas lágrimas; y calladamente me habla con su dulce mirada, y yo la dejo entrar por la ventana de mis ojos, para que acaricie mi alma. Cuánto habré caminado ya por el desierto de mi soledad, alejado de su amor, cuánto tiempo buscando mi otra identidad, la que se originó hace tantos años por voluntad de nuestro Creador.
Toqué con mi alma el bello rostro de mi hermosa y sufrida madre, y ella estremeció la mía al darme un beso, como bendiciendo mi vida, e iluminado mi camino con el amor de su mirada.
Cuarenta veces dijo que me amaba, cuarenta besos me obsequió, uno por cada día de mi extravío, para ir al encuentro conmigo mismo, días de renuncia y entrega de cuanto tenía, porque no me pertenecía, todo me lo dio mi Padre.
Cuarenta pasos cada día sin tener más prisa en la vida, porque la vida misma no conoce la voluntad del Padre.
“Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo”
Preparémonos, es éste el tiempo del perdón y la reconciliación.
Dios mío y Señor mío, que mi conversión sea sincera, fortalece mi fe y condúceme por el camino de la luz, de la verdad y de la vida.
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
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