“Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte. Ni se enciende la luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los de la casa: brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5:14-16).

Y el Espíritu de Señor de nuevo se hizo presente, para anunciar que estará con nosotros, y que caminará con nosotros hasta el final de este año e igualmente en el transcurso del año nuevo, con renovadas esperanzas; porque no todo lo que parece malo lo es, ni lo que parece bueno lo es. Él quiere que con fe hagamos uso de nuestra sabiduría, para entender lo que realmente sucede; hay mucha ofuscación justificada en el entorno, pero, no por ello debemos de tomar un camino equivocado, porque no todo mal está fincado en el proceder de quienes han traicionado la confianza de sus hermanos, sino de aquellos que no quieren ver la viga que llevan en su ojo. Difícil sin duda resulta, aceptar nuestra parte de responsabilidad en todo lo que nos sucede ¿Acaso somos corderos guiados por el lobo? En ocasiones, muchos de estos corderos, son por conveniencia lobos, y no es tanto la necesidad la que los obliga a tener conductas inapropiadas, sino la ambición desmedida, y en el camino van perdiendo los valores positivos que alguna vez sustentaron su conducta  e ideología.

Qué fácil nos resulta caer y caminar en el lado equivocado, cuando todo nos parece legal, a sabiendas de que no lo es ¿no es acaso eso lo que tanto criticamos de los que trasgreden la ley? Sin duda, necesitamos urgentemente un cambio, pero el cambio nos incluye a todos, incluso, a los que nos consideramos víctimas de un sistema, que de origen pretendió ser equitativo, pero en el camino se dejó seducir por el poder, y para seguir teniendo el control, no le importó, igualmente, seducir a los demás, y así fue como todos de alguna forma u otra, nos convertimos en cómplices, moviéndonos a conveniencia como víctimas y victimarios, como competentes e incompetentes, como capacitados o discapacitados, como defensores o trasgresores de los derechos humanos, al final, terminamos convenciéndonos a nosotros mismos, que para poder sobrevivir en lo económico, en lo político y en los social, tenemos que utilizar esta dualidad.

En el recuento de fin de año, tal vez ya no es lo más importante el saber quién hizo más daño a quién, sino, el hecho de haber aprendido de todo lo que nos ocurrió, para tratar de ser mejores ciudadanos, mejores personas, mejores padres, mejores hijos, mejores profesionistas, mejores servidores públicos, en sí, mejores seres humanos.

Señor, tú que confías en que somos la luz del mundo, no dejes de iluminarnos con tu amor y sabiduría, para que optemos siempre por el bien común, antes de pensar en nuestro propio beneficio.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos familiares.

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