“La respuesta suave y humilde quebranta la ira; las palabras duras excitan el furor. La lengua de los sabios da lustre a la sabiduría; hierve en necedades la boca de los fatuos” (Proverbios 15:1:2)
Y tú ¿Por qué estás triste? ¿Acaso no sabes el valioso tesoro que posees? El espíritu que mueve a tu cuerpo llegó a ti para darte vida en abundancia, una vida llena de virtudes, entonces, por qué piensas que tu vida es como un gran saco vacío, que vas llenando con el correr de los años, con todas aquellas emociones negativas que pesan tanto y te van arrebatando la alegría. ¿Qué acaso no recuerdas cuando llegaste al mundo para que la luz iluminara tu ser y tus ojos se maravillaran con todo lo que a su vista encontraran? ¿Por qué sólo almacenar aquello en tu memoria, que te causa dolor y llanto? ¿Por qué no despides al quebranto que te acompaña día con día y muestras tu gratitud al Padre celestial quien ha puesto en ti su complacencia?
He ahí que tu nombre refleja la transparencia de tu ser, fuiste creada para ver con claridad y comportarte limpia y honestamente, mas, bien sabes, que eres frágil como el cristal, porque no puedes ser dueña de tus emociones, porque todo aquél que es diferente, aunque sea producto de tu simiente, ha mostrado ante ti, con el tiempo, su lado oscuro, haciéndote olvidar los momentos maravillosos de bienaventuranza, cuando recibieron de ti los valores que te obsequió el Divino para que a través de tu seno, le dieras lo mejor de ti.
Lo que nace bueno, es y será bueno; todo aquél que ha sido bendecido por Dios con el obsequio de la vida, debe de mantener muy en alto su fe, porque siempre será más doloroso alejarse de Dios, que el rendirse ante la falsa actitud de muchos, que han sido castigados en su inocencia y los han hecho creer que merecían tener más de lo mucho que ahora tienen y no ven.
Señor mío y Dios mío, cómo duelen los latigazos que recibo, cómo duele el ser humillado y despreciado, Padre, han hecho de mi vida un despojo, mas, de sólo imaginar lo que tu hijo Jesucristo sacrificó por nuestros pecados, por mi fe, mi Señor, por mi gran fe, que siento cómo las heridas se van cerrando y de las cicatrices que quedan, más que dolor, reflejan el amor que me has obsequiado.
Gracias Padre por un año más de vida de tu hija Cristal, que es de éste, tu humilde servidor, también su hija.
“Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados. Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra.” (Mt 5: 3-5).
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros DomingosFamiliares.
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