“Ninguno puede servir a dos señores; porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o si se sujeta al primero, mirará con desdén al segundo. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mt 6:24)
En los momentos de inquietud sombría, cuando el aislamiento se siente sin estar en soledad, en los momentos que te preguntas ¿Qué pasa? ¿Por qué el sonido de lo natural se calla? ¿Por qué los árboles no mueven sus ramas y el agua de los ríos parece dejar de correr, para presentar una imagen en espejo, como una fotografía en el tiempo?
En los momentos en que buscas respuestas, pero pareciera que nadie quiere hablar de lo que te inquieta, unos por apatía, otros por desinterés, otros tantos por miedo a saber lo que está ocurriendo. Son estos los momentos de mirar al cielo, de preguntar al que todo lo sabe, al que no rehuirá tu mirada, ni se ocultará para responder tus dudas, es el momento de hablar con el que siempre te escucha, el que te observa y espera pacientemente el encuentro contigo, es el momento de hablar con Jesús, entonces él te dirá: “No andéis, pues, acongojados por el día de mañana; que el día de mañana harto cuidado traerá por sí; bástale ya a cada día su propio afán o tarea” ( Mt 6:34).
¿Y tú por qué estas preocupado? Todo cuanto está escrito habrá de ocurrir, de ahí que no mortifiques tu espíritu que debe de estar calmado para preparar su madurez y llegar a su destino, entonces prepárate como Jesucristo aconseja: “Así es que buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os dará por añadidura” (Mt 6:33)
No juzgaré a los demás por su silencio, ellos tendrán su motivo, no me intimidaré cuando la quietud quiera hacerme perder el paso, buscaré a mi Señor y él me dará la calma, él me dará sabiduría y confianza , para seguir por el camino que para mí ha trazado, porque así no se mueva ni una hoja de los árboles, o no corra el agua por los ríos, o el silencio nos intimide, a una palabra suya, se recobrará la paz en esta tierra que es obra suya, y la misma paz llegará hasta mi interior para alabar a Dios y glorificar su nombre.
El Señor está con nosotros y el Espíritu Santo nos acompaña en los momentos de duda. Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos los Domingos familiares.
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