“Yo te daré, dijiste, inteligencia y te enseñaré el camino que debes seguir; tendré fijos sobre ti mis ojos. Guardaos de ser como el caballo y el mulo, los cuales no tienen entendimiento. Sujeta, ¡oh Señor!, con cabestro y freno las quijadas de los que se alejan de ti” (Salmo 31:8-9)

Son mis debilidades un aliciente para ver con claridad, que no todo lo que parece mal, pudiera estar alejado del bien; y no todo lo que está bien, pudiera estar alejado del mal; y es que resulta, que para tener una respuesta real de lo que se ve a simple vista, se tienen dos opciones: una es acercarse, y otra, es alejarse de la situación que pone en duda nuestra integridad; pero en la acción del sólo ver y no sentir, en ambos casos, si la situación de tal cuestión llega al corazón, se experimentará un sentimiento de orfandad, porque toda duda de procedimiento, exige el reconocer que se está ejerciendo el poder que conocemos como voluntad, y esto nos obliga a reflexionar sobre el hecho consumado, pues lo que podría estar bien a los ojos, pudiera no estarlo para Dios, y lo mismo ocurre si los ojos ven el mal donde no lo hay, de ahí la necesidad de acercase a lo implicado, que cuando es demasiado el acercamiento, pudiese el hombre tener la oportunidad de ver a detalle lo tratado; mas, si se aleja demasiado, podría no distinguir entre el bien y el mal, y al no ver nada, mejor quedarse callado y pecar por omisión.

Por eso, en toda visión confusa, pidamos a Dios su intervención, para que con su ayuda, podamos estar en santa paz espiritual, porque quien sigue y obedece al Señor, jamás podrá estar equivocado, porque Dios es amor y donde hay amor ahí está él.

Ven Espíritu Santo y guíanos con tu sabiduría, porque quiero agradar a Dios y nunca quiero estar equivocado.

Dios Bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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