“Porque yo se los designios que tengo sobre vosotros, dice el Señor, designios de paz, y no de aflicción, para daros la libertad que es el objeto de vuestra expectación” (Jeremías 29:11)

Bendito seas hoy y siempre mi Señor, que nos ves con misericordia y nos obsequias de corazón la pureza de tu amor, amor que nos fortalece e ilumina en los momentos en los en que la oscuridad se hace acompañar de un viento frío, que amenaza con apagar la llama de la fe que siempre ha iluminado nuestra vida.

Bendita sea por siempre la bienaventurada Virgen María, madre de nuestro Señor Jesucristo, a quien pedimos su intercesión para cubrir a nuestro pueblo con su manto protector y la bendita Sangre de nuestro Salvador, para que perdone toda ofensa de nuestra parte, y nos permita renacer en su amor a una nueva vida, pues todo lo que existe, lo que es y lo que está, con una sola de sus palabras, igualmente se renovará, para vivir en comunión con nuestro prójimo y con la naturaleza.

Jesucristo, tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, tú que quitas el pecado del mundo, atiende a nuestras súplicas, tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros, porque solo tú eres santo, sólo tú Señor.

Padre en tus manos estamos, y confiados en tu inmenso amor y tu infinita misericordia, arrepentidos de nuestros pecados, suplicamos tu perdón, para recuperar la libertad que hemos perdido por nuestra imprudencia y desobediencia.

Dios bendiga a nuestra familia, que tiene residencia en una patria devota y siempre fiel al Evangelio de Jesucristo. Dios bendiga todos nuestros días y todos nuestros Domingos Familiares.

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