“Y Jesús iba recorriendo todas las ciudades y villas, enseñando en su sinagogas, y predicando el Evangelio del reino de Dios, y curando toda dolencia y toda enfermedad. Y al ver aquellas gentes se compadecía entrañablemente de ellas porque estaban mal paradas y tendidas aquí y allá como ovejas sin pastor.” (Mt 9:35-36)

Recorre Señor, con tu amor, todos nuestros pueblos, y que emane de tu divinidad tu infinita misericordia sobre todos los dolientes y enfermos, una palabra tuya bastará para sanarnos; que toda palabra santa que emane de tu Evangelio, sea el bálsamo bendito que sane todas nuestras heridas, las físicas, las mentales y las espirituales, haznos sentir el calor de tu amada cercanía, para no caer ante el temor de aquello que nos intimida y nos deprime.

Padre, tú eres la luz que ilumina nuestra vida y alienta a nuestro corazón a buscar la paz y la sabiduría en las cosas simples que has ocultado al poderoso, allana nuestro camino y así como le diste potestad a tus discípulos para vencer el mal que aquejaba a la humanidad, ilumina a todos aquellos que consideres tus elegidos, para que se haga tu voluntad en santidad espiritual y en salud física y mental, a tu creación que vino a poblar la tierra.

No permitas que sigamos gimiendo en la orfandad, pues reconocemos en tu divinidad, a un Padre generoso que ama a sus hijos terrenales, perdona todas nuestras ofensas, nuestras debilidades, nuestra falta de fe, y haznos surgir de nuevo con un corazón renovado, humilde y sincero, para cumplir con tu voluntad.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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