“Muchos peligros se ciernen sobre el futuro de la humanidad y muchas incertidumbres gravan sobre los destinos personales, y a menudo, algunos se sienten incapaces de afrontarlos. También la crisis del sentido de la existencia y el enigma del dolor y de la muerte, vuelven con insistencia a llamar a la puerta del corazón de nuestros contemporáneos. El mensaje de esperanza que nos viene de Jesucristo, ilumina este horizonte denso de incertidumbre y pesimismo. La esperanza nos sostiene y nos protege en el buen combate de la fe. Hoy no basta despertar la esperanza en la interioridad de las conciencias, es preciso cruzar juntos el umbral de la esperanza” (San Juan Pablo II. Audiencia General del 11 de noviembre de 1998)

Muchos estamos dormidos, sosteniendo el peso de las preocupaciones, teniendo pesadillas sobre el mal que asecha al mundo, sobre lo cerca que está de nuestras familias y de nosotros mismos. Muchos despiertan agitados y llenos de desesperanza a una realidad llena de incertidumbre, preguntándose ¿Cuándo perdimos el rumbo? ¿Quién lleva el timón de nuestra barca? ¿Por qué vamos a la deriva? ¿Acaso estamos perdidos?

El sol acorta su luz cada día que pasa, y la noche quiere prolongarse más de lo debido, más de lo que anhelamos. Señor, ya no queremos permanecer dormidos, estamos perdiendo fuerza, y el espíritu se duele por nuestro desánimo y descuido. Señor, despiértanos a la luz, regrésanos a la vida, queremos seguir caminando con tu divina guía, sintiendo a cada paso tu amor.

¿Qué ven nuestros ojos ahora? el rostro está descompuesto, el cuerpo se rinde ante la fuerza del enemigo, que empuja de arriba y quiere arrebatarnos la vitalidad reflejada en la postura erecta, doblando nuestras rodillas, para ponerlas en tierra, no para adorar al único Dios, sino para someternos a otro poder, al arrebatarnos la fe.

Escucha, Jesús, nuestros ruegos, ven a apagar el fuego que amenaza con consumir nuestros cuerpos, perdona nuestras fallas de fe y despiértanos a la vida otra vez, pon a salvo nuestro espíritu, que busca estar a tu lado para vivir una nueva vida.

Dios fortalezca nuestra fe y nos devuelva la esperanza para vencer nuestros miedos y vencer con ello al enemigo siniestro, que hoy nos quita el sueño.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
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