Imagine un sistema de bienestar que invierte en mantener saludable a la persona. En la OCDE, 33% de los mayores de 15 años viven con una o más afecciones crónicas, aumenta a 60% para mayores de 65 años. 50% de las muertes por enfermedades crónicas se deben a enfermedades cardiovasculares. En las próximas décadas, la obesidad cobrará 92 millones de vidas y las enfermedades relacionadas con la obesidad reducirán la esperanza de vida en 3 años para 2050.
Estas enfermedades son prevenibles: enfoque que enfatiza vacunas, modificar el estilo de vida y regular sustancias nocivas. Para la obesidad, los países emplean efectivamente campañas de concientización pública, capacitación de profesionales de la salud y fomento de cambios en la dieta (límite a alimentos no saludables, impuestos y etiquetas nutricionales) Otras intervenciones, programas de promoción de la salud en el lugar de trabajo, necesitan demostrar su eficacia.
La crisis COVID-19 incentiva redoblar la prevención de enfermedades crónicas. La mayoría que muere de COVID-19 tiene una o más enfermedades; obesidad, cardiovasculares, diabetes o problemas respiratorios, prevenibles con estilo de vida saludable. COVID-19 resalta debilidades estructurales en nuestros sistemas de salud (descuido de la prevención y la atención primaria) La utilidad de la prevención primaria se respalda por evidencia. Su implementación se frustra por subinversión crónica, falta de priorización social y gubernamental. En promedio, los países de la OCDE invierten 2.8% del gasto sanitario en salud pública y prevención. Los factores subyacentes incluyen disminución de asignación a la investigación de la prevención, falta de concienciación en la población, creencia de que la prevención a largo plazo es más costosa que el tratamiento y la falta de compromiso e incentivos para los profesionales de la salud. La salud pública se considera separada del sistema de salud más que componente fundamental.
La inversión en prevención primaria es de impacto. La obesidad contribuye a los costos del tratamiento de muchas enfermedades: 70% de los costos de la diabetes, 23% de ECV y 9% de cánceres. Las pérdidas económicas se extienden, ausentismo y disminución de la productividad. Los modelos de pago por servicio que remuneran al médico en función del número de pacientes que atienden, independientemente de calidad y resultado, dominan los sistemas sanitarios del mundo. La prevención primaria exige un sistema de pago que reembolse a profesionales sanitarios y pacientes, las acciones preventivas. La prevención primaria reducirá la carga de enfermedades crónicas.
¿Qué pasaría si nuestro sistema de salud fuera un sistema de bienestar en lugar de un sistema de atención a enfermos? Imagínese una mujer prediabética de 32 años con acceso a nutricionista, entrenador de ejercicios o de salud y enfermera que la siguió de cerca. Se une a clases de ejercicios en grupo, aprende cómo encontrar alimentos saludables y cocinarlos, con acceso a espacios en los que hacer ejercicio y estar activa. Informada sobre su diabetes y empoderada en su atención médica y manteniéndose saludable. Si nuestros sistemas de salud invirtieran en prevención, recompensar a la paciente por perder peso y cambios saludables, el resultado sería caída en el número de pacientes con complicaciones derivadas de la falta de control metabólico, situación que asfixia al sistema de salud y la causa número uno de muerte en México. Imagine que se invierte en mantener a las personas sanas, sin esperar a que se enfermen y luego tratarlas. Imagine el sistema de bienestar que en 2 años López aseguró tendríamos parta envidia de países nórdicos de Europa.