“¿Quién pues, podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Será la tribulación?, ¿o la angustia?, ¿o el hambre?, ¿o la desnudez?, ¿o el riesgo?, ¿o la persecución?, ¿o el cuchillo? (Romanos 8:35).
Su alegría ilumina hasta la noche más oscura, y por sus hermosos ojos se asoma su alma para saludar a la mía, que buscan abrazarse por tan corta cercanía, pero una barrera invisible nos aleja; después de aquel doloroso e inexplicable rechazo para él, la luz de sus ojos se va apagando, la sonrisa desaparece, y se oculta como el sol que se despide en los días más maravillosos, mientras su inocencia se está preguntando: ¿Qué le pasa a mi abuelo? ¿Por qué no me quiere abrazar? ¿Acaso ya no me ama? La escena se repite una y otra vez, apoderándose de mi ánimo una gran tristeza.
Apenas hace tres meses, lo tomaba entre mis brazos, lo llenaba de besos y jugaba con él; después me pedía le contara cuentos, todos inventados por mí, donde él y su hermana eran los protagonistas, y ahora, apenas nos saludamos con señas, apenas nos hablamos; el aprendió a decir: Lo siento abuelo es culpa del coronavirus, y yo aprendí a aceptarlo, pero, no dejo de sentir vergüenza y mi espíritu busca esconderse de la mirada de Dios, pero es imposible, el Señor lo ve todo y me pregunta: ¿ Acaso hay amenaza tan grande en el mundo que pueda separarte del amor que siento por ti? Mi amor, de hecho se refleja en el amor que tus nietos sienten por ti y no hay tribulación o angustia, hambre o desnudez, no hay persecución o cuchillo que pueda separarnos a todos.
Ayer, mi esposa me enseñó un trabajo escolar de José Manuel, el más pequeño de mis nietos, consistía en una hoja donde se dibujaban una serie de personajes de la familia separados por un espacio, en el encabezado decía encierra en un círculo al miembro de tu familia que te gustaría abrazar, y el niño realizo su trazo sobre la figura de lo que representaba su abuelo.
El nombre de José Manuel significa: José “ Al que Dios engrandece” y Manuel: “Dios está con nosotros” “ Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni virtudes, ni lo presente, ni lo venidero, ni la fuerza, o violencia, ni todo lo que hay de más alto, ni demás profundo, ni otra ninguna criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que se funda en Jesucristo Nuestro Señor” ( Romanos 8:38-39).
Dios bendiga a nuestra familia y siga fortaleciendo su amor para con nosotros, que el amor nuestro irá siendo semejante a él y nada podrá separarnos. Dios bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
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