Cuando veas la inconformidad en el sentir de tu amado, escúchalo con atención, y más que compadecerte de él y reprocharle su carácter amargo, si en verdad lo amas, abrázalo y hazle sentir que estás a su lado; ámalo como sientes que te ama Jesucristo, seguro estoy, que en ello encontrarás la solución para sanar las heridas que causan su dolor; más, si sientes que no puedes hacerlo, entonces pregúntale a tu corazón, si es amor lo que te mantiene a su lado, no vaya ser que hayas atesorado en tu interior algún resentimiento que no te deja ver, ni escuchar, ni sentir, que el que ama en verdad, tiene primero que perdonarse a sí mismo, para poder perdonar a los demás, porque peca igualmente quien no perdona al pecador.

“Y él mismo es la víctima de propiciación por nuestros pecados; y no tan sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Y si guardamos sus mandamientos con eso sabemos que verdaderamente le hemos conocido”. (1 Juan 2:2-3)

Un buen día caminaba por el desierto de mis tribulaciones, cuando me alcanzó un hombre y caminó a mi lado, caminamos calladamente un buen trecho, y después mi acompañante rompió el silencio y me dijo: ¿A dónde vas con tanta prisa y por qué vas tan callado? Sin voltear a verlo le contesté, Tú sabes bien a donde me dirijo y estás aquí porque me has escuchado, mi corazón no ha dejado de hablar en ningún momento, es mi silencio un eterno ruego solicitando misericordia por lo mucho que he pecado. Dile a tu corazón que has sido escuchado y que el Señor tu Dios te ha perdonado.

Llevar a cuestas toda la vida el peso de la culpa, hace nuestros pasos lentos, mas, nuestros pensamientos van con tanta prisa, que le infunden a nuestro cuerpo el miedo que paraliza, si crees en el amor de Jesucristo sanarás cualquier herida, no te empeñes en sanar, esperando el perdón de quienes no pueden perdonar sus propias culpas.

Señor, tú conoces el corazón de tus hijos en la tierra, has que sintamos el poder sanador de tu misericordia, quédate siempre con nosotros, porque tú eres nuestra fortaleza para vencer el mal que nos asecha.

Dios bendiga a nuestra familia, nos mantenga unidos para vencer a aquellos que atentan contra la vida. Dios bendiga todos nuestros Domingos Familiares.