Para la nueva dirigencia del Partido Revolucionario Institucional en Tamaulipas, el daño está hecho.

La duda es si tiene la capacidad en unos cuantos meses para revertir la percepción generalizada sobre un presunto papel de marioneta del egidismo y de la actual generación del poder estatal, o por lo menos tratar de reducir el nivel de estragos que dejó en materia de desconfianza la renovación de su Comité Directivo Estatal.

Ayer, su dirigente Sergio Guajardo Maldonado, ofreció la enésima conferencia de prensa en la cual siguen dominando los lugares comunes, las promesas y las frases hechas para discursos.

No esta del todo mal la tónica de esos eventos, porque no se sale del guión preelectoral, pero falta la miga. La “carnita” como se suele decir en terrenos de los medios de comunicación.

Guajardo embiste en el viejo estilo del PRI –sin mucha habilidad– a los detractores del tricolor. Defiende lo indefendible como son los escandalosos casos de corrupción en quienes han sido antes sus próceres, promete lo imposible como es evitar que se cuelen en las candidaturas personajes de oscuras trayectorias y ataca sin más argumentos que las simples presunciones.

¿Qué le falta entonces al PRI estatal para tratar de ganar credibilidad?

En la opinión de su servidor, hacer a un lado los eufemismos y supuestos ataques que se quedan en el aire por el vicio de generalizar. Se queja de que las acusaciones a los priístas son “tiros al aire” de sus detractores, pero responde exactamente de la misma manera: Con disparos de salva.

Póngale nombres y apellidos a sus señalamientos, señor Presidente del PRI tamaulipeco. Apunte, pero con geoposicionador; aporte –como asienta la voz popular– pelos y señales de los vicios, errores y corruptelas de quienes les incriminan y devuelva el balón con jiribilla –o con efecto como se dice en el balompie– y también con destinatarios. Atrévase a subirse al ring con los guantes puestos y no a practicar “rounds” de sombra frente a un espejo. En dos palabras, “póngale carnita” a sus declaraciones.

Anímese hombre, total, peor de cómo están es difícil que les vaya en el 2018.

En una de esas y hasta despiertan la simpatía de quienes en Tamaulipas están enojados o decepcionados –sus razones tendrán– con el cambio partidista y rescatan los votos que perdieron por exceso de confianza, por soberbia, por supuestas traiciones y hasta como decía mi sabio padre, “por conejos”, para no caer en excesos verbales ante sus hijos.

Decídase don Ernesto a sacudirse la manta de color naranja ya desteñido de un egidismo que despierta muchas más reacciones en contra que posibles apoyos. Y entonces, sólo entonces, tal vez podrá aspirar a rescatar la fe que alguna vez, como sucedió siete años y medio atrás con Rodolfo Torre, profesaban los militantes y simpatizantes tricolores a su establo político.

Y aquí le dejo, porque como dice el genial Catón en sus columnas, ya me estoy “encaboronando”…

EXIGENCIAS

Sobre el tema de los sismos, hay quienes se enojaron porque el gobierno federal ofreció micro créditos sin intereses para los afectados por ese fenómeno y exigen que les regalen el dinero que necesitan, tomándolo de los donativos.

¿Creen esas personas que todo es recuperar viviendas?… Dios sabe por cuánto tiempo más habrá que alimentar a miles de personas y atender su salud. Dios sabe cuántas escuelas hay que reparar o volver a construir, cuántas calles, cuantos hospitales, por citar sólo algunos casos.

Hay que darles todo lo que sea posible. Regalado sí, pero hay que entender que en estos dramas nunca habrá dinero que alcance…

LA FRASE DE HOY

“Los líderes que prometen sangre, sudor y lágrimas, siempre consiguen más de sus seguidores que aquellos que les prometen seguridad y buenos momentos…”

– George Orwell.

 

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