Después de muchos años de practicar la salud pública, me siento con la suficiente experiencia para opinar, que desde hace una década aproximadamente, estamos experimentando un estancamiento de la dinámica que mueve los procesos que determinan las respuestas positivas del binomio salud-enfermedad; sin duda, mucho tiene que ver en ello la economía, pero no podemos pasar por alto, que los aciertos y los descalabros de la misma, como siempre, dependen de la política, misma, que por lo general, muchas veces no se mueve en dirección del bienestar de la comunidad, sino de los intereses de los grupos de poder, que simulan dar prioridad a ese importante reglón del desarrollo social, pero que terminan por manipular las estrategias, para sumar beneficios particulares. Seguramente que los artífices de las grandes estrategias nacionales, podrán argumentar que en México, hoy más que nunca, se ha avanzado tanto, gracias a la cobertura de los servicios de salud a través del Seguro Popular, situación difícil de rebatir, más habría que ver el otro enfoque de ese importante sistema de protección social en salud, que beneficia a más de 50 millones de personas que antes no contaban con ella, y es el hecho de que está supeditado precisamente a los altibajos de la economía global y las presiones políticas, económicas y sociales, tanto internas como externas que le imprimen estas variables.

En ese otro enfoque en el que no se previó la sólida sustentabilidad del Seguro Popular y que ahora evidencia fracturas y da como resultados una mediana cobertura, también es justo mencionar, que mientras muchos buenos agentes de salud terminan sus días igual o más enfermos que los usuarios de los servicios, y que a nadie que ha tenido el alto honor de dirigir los destinos del Sistema Nacional de Salud, le ha parecido importarle ese desgaste físico y mental, e igualmente, que a nadie, que con el mismo honor que dirige o ha dirigido los organismos sindicales en defensa de los derechos de los trabajadores, ha respondido de fondo a la necesidad más sentida de los mismos, como es su derecho a la

A tantos años de servir a la comunidad con verdadera vocación, pareciera que la creatividad se encuentra extraviada en la perenne rutina, y la capacidad de la generación de nuevas ideas para resolver problemas, igual que la salud pública, ha entrado en un profundo sueño del cual será difícil de despertar, porque la economía y la política han perdido su capacidad para estimular el desarrollo de una manera equitativa, con una dirección fiel a los principios de beneficencia.

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