Corría el 2014 cuando estudié una Especialidad en Justicia Constitucional, Interpretación y aplicación de la Constitución, en España.
Le quiero contar sobre ello, estimado lector, a propósito del Día Internacional de los Derechos Humanos que recién se conmemoró este 10 de diciembre.
Y es que, hace 8 años recibí cátedra en aquél país por parte del distinguido abogado mexicano Miguel Carbonell (nótese lo irónico de topármelo en Toledo en el aula en vez de en nuestro país). El tema es que recuerdo habló de la dignidad humana, él sostenía que la dignidad era el pilar de los demás derechos humanos, que, si no se protegía la dignidad humana de la persona, el resto de derechos fundamentales no tenían razón de ser.
Dos años después, en 2016, estimado lector, la Suprema Corte de Justicia de la Nación constituyó jurisprudencia el criterio derivado de una sentencia cuyo ponente fue el hoy presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, donde estableció que la dignidad no es una simple declaración ética sino que consagra en sí misma un derecho fundamental para los mexicanos.
Tal vez llegaron hasta aquí preguntándose hacia dónde quiero ir en estas líneas, máxime el título de la columna. Es que, en los últimos días un concepto muy interesante ha llegado y llenado la agenda pública: El Derecho a la Alegría, que propone Movimiento Ciudadano.
Y no puedo dejar de asociar una cosa con otra; sostiene MC -en resumen- que los mexicanos tienen derecho a la alegría, un México con justicia social y económica, con mejor sistema de salud, con seguridad, sin discriminación, con igualdad, paz, justicia y en general, donde las autoridades permitan garantizar una mejor calidad de vida y, con ello, el mexicano esté alegre.
A mi me parece que dicho postulado bien encaja en el respeto a la dignidad humana, pues si juntos ganamos los espacios públicos para trabajar por un México en donde todas las autoridades la respeten, podríamos evolucionar más rápido hacia un mejor México, uno que esté orgulloso y alegre por los resultados de su gobierno y no solo contento por las buenas intenciones.
No solo hay que declarar, hay que hacer. Si el gobierno viera no solo con sensibilidad sino con inteligencia por los demás y si se observara la dignidad humana en el quehacer gubernamental, podríamos defender el derecho a una vida mejor, a un futuro cierto, no solo para nuestro andar en las próximas décadas, también para quienes hoy son niñas y niños.
Bienvenida sea la propuesta del #MovimientoDeLaAlegría que plantea Movimiento Ciudadano, y que estoy seguro la juventud tomará.
Pensar en el Derecho a la Alegría de verdad alimenta con creces el apetito de que sí es posible un México mejor, con libertades, y todos los derechos para todas las personas.