Hermosa pieza musical que interpretan magistralmente el grupo coral Les Djinns, y que no ha sido nuevamente difundido.
No, no estamos desfasados, sólo que sabemos que vendrán lluvias, aunque las expectativas son poco halagadoras, por el intenso calor que se ha dejado sentir en la Entidad, y que amenaza con convertir el presente en el más caliente verano de todo el tiempo.
Ya estamos en plena temporada de huracanes y aún nada: la madre naturaleza nos está pasando una factura que no es nuestra, pero que igualmente tendremos que pagar.
Los errores de nuestros ancestros los tendremos que mediar y suponer que se puede reparar, aunque el daño al planeta a la fecha hace difícil que la gente pueda hacerlo.
La capa de ozono, por ejemplo, no se descompuso en dos o tres años, ni en diez o veinte: el daño ha ido gestándose por décadas, igual que la tala de bosques, montañas completas y más, o que la contaminación del aire, principalmente, por el uso excesivo de combustibles.
Los daños están, y hay que enfrentarlos, pero sin dejar de luchar por mejorar el nivel de vida que hoy tenemos (si es que se le puede llamar vida).
Y tenemos frente a nosotros temperaturas extremas, que sobrepasan los 40 grados con cualquier forma de manifestación: el calor intenso propicia deshidratación y el incremento de varios problemas de salud que nada tienen que ver con el bienestar de nosotros. Y Victoria tiene que prepararse para las lluvias que vendrán, porque no es algo que se pueda evitar.
Nos urge que llueva y todos lo sabemos; el problema es que no estamos preparados para tal cosa, ya que seguimos insistiendo en tirar desperdicios, por citar solo alguno de los muchos problemas que enfrentará la administración de Óscar Almaraz Smer, y que, seguramente, tendremos que culpar por la falta de infraestructura.
Tenemos, por un lado, una ciudad vieja en materia de infraestructura, y cuando se le mete mano para reparar o modernizar, la gente se pone como loca y protesta por la falta de vialidad ante las obras. Y por el otro, existe el sonado problema de que no somos capaces de poner orden en casa y evitar sacar desperdicios a tiempo.
¿Qué tiene que ver? Que si los dejamos fuera, son objeto de un desorden propiciado por animales y pepenadores, lo que afecta nuestro sistema de drenaje, de por sí, obsoleto.
Esto propicia inundaciones y a veces son muy intensas, dejando afectaciones significativas. Vienen inundaciones que responsabilizan a un alcalde que ha hecho un gran esfuerzo por mantener limpia la ciudad y los sistemas hidráulicos, pero no somos capaces de apretar el esfuerzo hacia nuestros conciudadanos, de donde viene el principal problema.
Es ahora, antes de que lleguen las lluvias que tenemos que propiciar acciones de cuidado, acciones que tengan como objetivo principal el que llegue el agua y, con los consabidos chorreos, no pase a mayores.
Aquí, la responsabilidad es de la autoridad municipal y de las instancias estatales que pueden ofrecer apoyos, y de cada uno de los que vivimos en Victoria, la capital de Tamaulipas. Y ahora que falta aún tiempo para que el cielo nublado nos haga correr de más, seguramente hemos de ver cuadrillas trabajando en algunos sectores de la ciudad, pero de nada servirá si no colaboramos.
No saquemos la basura antes de tiempo; es incómodo guardarla uno o dos días porque se nos pasó el camión, pero es más saludable. Piense que es mejor tenerla en casa a padecer una inundación que puede afectarle seriamente. Entonces, repartamos culpas y responsabilidades, pero también reconocimientos por medidas preventivas.
Al alcalde, para que nos apoyen con un buen trabajo de desazolve, en coordinación con la Comisión Municipal de Agua Potable, y a nosotros, los ciudadanos, en coordinación con nuestra conciencia solidaria y ciudadana que debemos mantener a tope, para obtener buenos resultados. No digamos que no sabíamos con antelación y actuemos ya.