Sucede como cuando el día de la madre o del trabajo: todos lo recordamos, esperamos el puente, cantamos las mañanitas, y los comerciantes se frotan las manos, porque cuando celebramos a mamá, los restaurantes están siempre repletos: con una rica y cara comida pretendemos compensar la falta de cariño, comunicación ya atención hacia la madre.
En el día del niño, vemos programas muy interesantes que tienen un muy noble objetivo. Escuelas como el Colegio Antonio Repiso o el Colegio Surval hacen labor social llevando un momento de felicidad y algunos obsequios a los chicos de zonas más necesitadas, que a decir verdad, es cada día más difícil seleccionar, porque, por una parte, hay más necesidades en todos los rincones, y la falta de seguridad evita que cualquiera podamos ir a cualquier zona de la ciudad: hay unas de plano intransitables por quien no vive ahí, y se convierten en trampas mortales.
Pero hay programas, y uno que destaca por su duración es el de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, que reúne una importantísima cantidad de juguetes y los lleva a los chicos de muchas colonias.
Alguien se queja y dice que por qué solo juguetes y no otras cosas. Hemos de decir que se lleva un poco de alegría, un poco de bienestar; en ciertos casos, ropa en muy buen estado, pero no podemos a través de un programa emanado de la sociedad aliviar las necesidades que la falta de empleo, inseguridad y crisis actual no han podido erradicar.
Se trata de que nuestros niños pasen un rato tranquilo, agradable: que se olviden del bullyng que les hace la vida al enfrentarlos a su realidad, quke olviden que son maltratados muchos por sus padres o familiares, o que se olviden que no hay de comer o qué ponerse de ropa en este día: la idea es que olvidemos todos los malos momentos y pretendamos compartir una sonrisa y un sentimiento positivo.
Los grupos sociales no son magos y no tienen el presupuesto de las autoridades para aliviar los verdaderos problemas de la niñez, pero ayudan mucho, y lo sabemos cuando los encontramos disfrutando a un chico universitario metido en una botarga y bailando junto con ellos, o a otros haciendo delicias de las chiquillas a quienes les pintan en la mejilla un corazón o un sol, para recordarles que son lo más brillante que hay, y que merecen todo el amor de su familia.
El día del niño se llevan a cabo festivales en muchas partes y el objetivo, insistimos, es que los chicos lo pasen bien: que se olviden de sus redes sociales y jueguen, que convivan con otros iguales sin importar si tienen saldo para navegar o no, o sin importar también si los memes son o no buenos sobre los temas de actualidad, de los que muchas veces están mejor enterados que sus padres.
El mejor regalo sería atenderlos, escucharlos, tomarlos como parte viva y universal de ese núcleo llamado familia y escucharlos en sus inquietudes o quejas. Muchos reclaman la falta de diálogo con papá y mamá, y justifican sus adicciones y malas costumbres a una vida en solitario.
Quieren jugar con nosotros, aunque no parezca y les demos una tableta o un celular para que se entretengan.
Las que son madres disfrutan los partidos de fútbol de sus hijos o las clases de danza de sus hijitas, aunque hay otras que para acudir llevan su móvil, y es más importante un “like” que ver la barrida de su hijo o el disparo a la portería.
Disfrutémosles al máximo: recordemos que son prestados. Decía doña Bertha Salinas de Zurita: “disfrútelo, juegue y platique con él, porque cuando menos nos damos cuenta, ya están en primaria, luego, secundaria y ya no quieren salir con nosotros: solo con los amigos; luego se van con la novia, y ya no vuelven. Son prestados, disfrute cada momento con su hijo”. Palabras que, desde que nació David quedaron muy grabadas en nuestros corazones, y se multiplicaron con Daniela y Dafne.
Y ese tiempo compartido con ellos sigue siendo el mejor y mayor tesoro vivido en más de 60 años, sin duda alguna.
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