En muchos puntos de la geografía habrá eventos recordándonos que este 8 de mayo se celebra -o recuerda- el Día de la Mujer, y habrá pronunciamientos, declaratorias interesantes y fuertes y mucha gente feminista saldrá a la calle a despotricar contra un mundo machista que ha propiciado que las cifras de mueres asesinadas, vejadas y sub comprendidas sea mayor cada vez.
Habrá muchas que defenderán el derecho a ser mujer, y están en todo su derecho, valga la redundancia. Pero ¿qué hacen para lograrlo?
No es con declaratorias sino con actitudes que la mujer tiene un papel preponderante en la historia y la sociedad: es la base de la familia, aunque a muchos nos pese reconocerlo, sin que lo anterior quiera decir que todas son así: dice aquel dicho que “De todo hay en la Viña del Señor” y es verdad, porque hay casos en los que nos alarmamos por la conducta femenina presentada y que no tiene nada de mesurado.
Pero no podemos dejar de reconocer que somos una sociedad machista en casi todo el mundo, porque hay países mucho más atrasados que el nuestro donde la mujer es prácticamente un objeto utilizable y manipulable, que cuando ya no nos es útil se desecha.
Nara más estúpido y absurdo: la mujer es tan importante como el varón en una sociedad, porque está demostradísimo que, sin ellas, ellos no viven, y sin ellos, ellas tampoco, es decir, nos complementamos en distintas proporciones de acuerdo con la personalidad de cada uno de nosotros, pero de que somos insustituibles, no hay duda, o al menos así piensa el columnista.
No quisiéramos manejar estadísticas porque nos horrorizaríamos con los datos que muestran lo terrible que ha sido la vida de la mujer, por ejemplo, en México, ante un machismo absurdo y estúpido, incongruente y falaz que nos abruma día a día.
E insistimos: no se trata de buscar pretextos o justificaciones ante las conductas que como seres vivos nos deben avergonzar: minimizar la importancia del mal llamado “sexo débil” no es correcto, porque está más que demostrada la valía de ellas en nuestro entorno.
Ahora bien, es necesario también reconocer las limitantes que tenemos, hombres y mujeres por cuestiones biológicas, naturales: hay limitantes físicas que nos señalan como varones y damas, y no podemos hacer anda ante ello. La mujer tiene huesos más ligeros que el hombre y generalmente, con sus excepciones, tiene menos aguante físico, pero posee una enorme capacidad de organización que nosotros no tenemos.
Se burlan las damas que ven que los varones no podemos hacer dos cosas a a la vez, cuando ellas hacen 3 o 4 sin problema alguno.
El instinto femenino es de ellas; el instinto masculino de ellos, y ahí no hay discusión válida.
Pero la mujer tiene derechos, dicen algunos que pretenden justificar el actuar social.
Y lo vemos con profunda tristeza: no se requería tener taxis exclusivos para damas ni vagones del metro solo para ellas, y así, una serie de servicios y gestiones que les garanticen el no ser agredidas o ninguneadas.
Debemos entender que son importantes y valiosas, y que no podemos estar sin ellas, que nos necesitamos y que es tiempo de dar el valor a cada ser humano en la medida de sus virtudes y talentos.
Es hora de actuar congruentemente en favor de ellas y no sobreprotegerlas sino darles el lugar que merecen, pidiéndoles que no subestimen al varón y lo hagan presa de un feminismo incomprensible.
Recordemos que nos necesitamos ambos, y para muestra, las acciones cotidianas en las que participamos los seres humanos sin distingo de género. No nos dediquemos a ofenderlas ni ningunearlas démosles el valor que merecen y exijamos al mismo tiempo, que nos den el valor humano que tenemos.

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