No importa todo lo acontecido, bueno o malo, demos gracias a Dios por ello, porque todo lo bueno que nos ocurrió, nos dio la oportunidad de conocer nuestro potencial para seguir adelante, para tener esperanzas y encontrar en ello las bendiciones que recibimos del Padre; de lo malo, a pesar de parecernos desagradable, nos abrió los ojos sobre nuestra vulnerabilidad ante situaciones que requieren mayor templanza y fortaleza de valores, pero sobre todo, para reconocer nuestra necesidad de contar con la ayuda del Todopoderoso para lograr salir victoriosos de nuestros retos más difíciles.
Al momento de redactar el siguiente artículo, el Señor enderezó el rumbo de mi pensamiento, he de reconocer que estaba siendo influenciado por el enojo, y un sentimiento de aislamiento familiar y social condicionado por los cambios generados por la edad y la persistencia de recuerdos no gratos, que como suele suceder se les da mayor importancia, olvidando que lo positivo suele ser el contrapeso para cualquier cambio cargado de pesadumbre en nuestro estado de ánimo; recordemos por ello que nuestro malestar se debe no tanto a lo que nos pasa, sino a cómo reaccionamos a ello.
¿Cómo pretendemos iniciar un año nuevo, si somos tan susceptibles al enojo? ¿Qué podríamos esperar en el ya muy próximo año 2025, si guardamos resentimientos del pasado, que ponen en evidencia nuestras debilidades?
Seguramente que el Año Nuevo, no tendrá nada de nuevo para nosotros, de seguir guardando en nuestro corazón sentimientos contrarios a los que tanto anhelamos para ser felices.
Yo no esperaré a que otras personas cambien para sentirme feliz, porque muchos años ha persistido en mí ese interés y no lo he logrado, ahora sé que no es el camino adecuado, de nada sirve pensar que tenemos la razón en tal o cual cosa, si el resultado de las exacerbadas manifestaciones de los desacuerdos genera más infelicidad.
Quien no logra que sus opiniones sean respetadas dentro de su entorno, es porque no ha aprendido a respetar las opiniones y los derechos de los demás; de qué sirve ganar un debate, si el daño colateral jamás permitirá que las ideas aterricen en la conciencia.
Vivir un nuevo año, exige la renuncia a todo aquello que, saliendo de tu pensamiento, tu boca o tu corazón, daña el espíritu de quien no necesita de tus consejos, sino de tu misericordia.
No desaprovechemos la oportunidad de cambiar, teniendo plena conciencia de que todo sacrificio vale la pena, para allegarle la felicidad a quienes jamás se han consentido afortunados en la vida.
El verdadero cambio está en ti. FELIZ AÑO NUEVO.
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