No importa todo lo acontecido, bueno o malo, dar gracias a Dios por ello, porque todo lo bueno que nos ocurrió nos dio la oportunidad de conocer nuestro potencial para seguir adelante, para tener esperanzas y encontrar en ello las bendiciones de que recibimos del Padre; de lo malo, a pesar de parecernos desagradable, nos abrió los ojos sobre nuestra vulnerabilidad ante situaciones que requieren mayor templanza y fortaleza de valores, pero sobre todo, para reconocer nuestra necesidad de contar con la ayuda del Todopoderoso para lograr salir victoriosos de nuestros retos más difíciles.
Al momento de redactar el siguiente artículo, el Señor enderezó el rumbo de mi pensamiento y sentir, he de reconocer que estaba siendo influenciado por un enojo, y como suele suceder, empecé a darle mayor peso a lo negativo que a lo positivo, y con ello, se empezó a generar una situación tóxica que requería más que una respuesta supuestamente congruente, sí de un silencio para que no se avivara la llama del conflicto, el asunto me llevó a una reflexión:
¿Cómo pretendo iniciar un año nuevo, si soy tan susceptible de enojarme en cuanto se pone en evidencia mis debilidades? ¿Qué podría esperar en el ya muy próximo año 2020, de las personas que guardan resentimientos debido a mi forma de ser? Seguramente que el nuevo año no tendrá nada de nuevo para nosotros, de seguir guardando en nuestro corazón sentimientos contrarios a los que tanto anhelamos para ser felices.
Yo no esperaré a que otras personas cambien para sentirme feliz, porque muchos años ha persistido en mí ese interés y no lo he logrado, ahora sé que no es el camino adecuado, de nada sirve el pensar que se tiene la razón en tal o cual cosa, si el resultado de las exacerbadas manifestaciones de los desacuerdos generan más infelicidad.
Quien no logra que sus opiniones sean respetadas dentro de su entorno, es porque no ha aprendido a respetar las opiniones de los demás; de qué sirve ganar un debate, si el daño colateral jamás permitirá que las ideas aterricen en conciencia.
Vivir un nuevo año, exige la renuncia a todo aquello que, saliendo de tu pensamiento, tu boca o tu corazón, daña el espíritu de quien no necesita de tus consejos, sino de tu misericordia.
No desaprovechemos la oportunidad de cambiar, teniendo plena conciencia de que todo sacrificio vale la pena, para allegarle la felicidad a quienes jamás se han consentido afortunados en la vida.
El verdadero cambio está en ti. FELIZ AÑO NUEVO.
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