Las generaciones nacidas a mediados del siglo anterior, desde que nacieron, crecieron y se desarrollaron en un marco de crecimiento económico sostenido del México pos-revolucionario, en el que, si bien no se vivía en la opulencia, tampoco eran severos los cinturones de miseria contrastante en las grandes ciudades. Hasta el tercer cuarto de ese siglo el país mantenía un crecimiento económico superior al 6 por ciento, mismo que se dejó de tener después de 1982 y que a la postre fue descendiendo el crecimiento de la economía nacional.
Y la llegada de los tecnócratas al timón de las políticas económicas y financieras del país, no sólo dieron al traste con las expectativas de crecimiento que los gobernantes bien nacidos que proyectaron el crecimiento y desarrollo del país desde el siglo 20, sino que agotaron todas las posibilidades.
Cabe el planteamiento entonces respecto a los motivos por los que el país dejó el camino de crecimiento y el desarrollo, sobre todo porque los gobierno de los últimos 39 años, además de llevar al país a una deuda impagable, han tenido que maniobrar ante la constante depreciación de la moneda mexicana, que al final de cada jornada la disparidad de la moneda es mayor.
En este periodo de estos últimos 39 años además de los desastres financieros, derivados de los malos gobiernos de todos los colores partidistas, perdimos la posibilidad de tener un banco propio de los mexicanos.
Hemos de recordar con orgullo que Victoria tuvo un banco propio, un equipo de béisbol, lo mismo que Nuevo Laredo y otras ciudades de la Entidad, porque los capitales eran oriundos y no provenientes de otras entidades o de otros países. La producción henequenera fue por décadas la fuerza laboral de los victorenses y no el oficio de la burocracia.
Tan patética es el nulo crecimiento de la economía que los bancos en su mayoría son provenientes del país que nos conquistó hace más de 500 quinientos años, y si bien hoy los españoles no tienen el control político y religioso, tiene lo más valioso, por lo que llegaron a estas tierras, por el oro de los antiguos mexicanos. En la actualidad la mayoría de los bancos son de origen “gachupín”, es decir, sigue la inercia de la dominación de española.
Pueden señalarse no una sino miles de causas por las que el país abandonó el crecimiento económico sostenido, que traía desde la época de Lázaro Cárdenas, Adolfo López Mateos y Miguel Alemán, pero lo cierto es que la llega de los tecnócratas resquebrajó las rutas de crecimiento y del empoderamiento económico.
Así tenemos que desde la década de los años 80 del siglo anterior los analistas vaticinaban el agotamiento financiero de las principales paraestatales del estado como son el IMSS, el ISSSTE, PEMEX, INFONAVIT. Así como la quiebra de alguno de estos.
Quizá originado por la voracidad de los políticos que ocuparon la dirección de esas instituciones nacidas durante el priato, pero más allá de la mezquindad de quienes se sirvieron de esas instituciones, los gobernantes hicieron a un lado las perspectivas de crecimiento.
Y desde las cúpulas del poder al calor de las bondades de estos promovieron la apertura comercial, el desplazamiento de los capitales, incrementaron las tasas de interés al grado de quebrar la banca comercial y oficial como Banrural, que financió proyectos de desarrollo para el campo, pero también abultó los capitales de sus directivos, gerentes y promotores de créditos.
Desde 1981, el país y cada entidad de la República perdió el rumbo y dejó de proyectar el crecimiento, pero sobre todo dejó de impulsar el crecimiento de la productividad y priorizo al sector de las finanzas que finalmente y politizar el tema económico y se quedó a la zaga la producción.
Por los mismo es necesario que la política económica reoriente el comportamiento de una banca impropia y de un sector financiero volátil, para que estos actúen en función del sector productivo y de la generación de empleos, y no sentar las expectativas en las empresas de otros países que vienen a territorio nacional por la mano de obra barata y no a generar riquezas para los sectores productivos.