La situación que atravesaba Centroamérica era complicada. COVID- 19 exhibe la vulnerabilidad de las economías de la región. Pese a la riqueza natural que posee, es una región muy castigada. Los desastres naturales exhiben la vulnerabilidad de sus economías para en solitario, hacer frente a las catástrofes que se ceban con la principal fuente de ingresos en el país, teniendo en cuenta que hablamos de una región en la que el sector primario es el predominante; empleando a gran parte de la población activa.

Hablamos de un escenario complicado. Son economías emergentes que no logran desarrollar el potencial que presentaban. El gran problema, nivel de informalidad económica desmesurado, 70%, sumado a corrupción muy presente, son merma para la economía, así como visible debilidad de las instituciones. Hay situaciones que acechan a la economía centroamericana. El deterioro del precio en las materias primas, deterioro del comercio y caída de inversión extranjera dan escenario débil a la economía que, atendiendo a índices de desarrollo humano, se salva Costa Rica en los rankings.

COVID- 19 es la gota que colma el vaso. Si hablamos de economías vulnerables, la pandemia es un grado de vulnerabilidad más intenso. Se aumenta el número de ciudadanos que hace tiempo huyen ante desastres naturales, delincuencia, falta de recursos, violencia, en busca de oportunidad de vida. La mala situación que vivía mientras COVID- 19 se ceba con la economía en su conjunto, exhibe todas esas vulnerabilidades. Ante la necesidad de recursos para hacer frente a una crisis sin precedente, como la que sacude al planeta, la escasez a la que hacemos mención gana relevancia y se observa incapacidad real de hacer frente a esta situación.

Si uno tiene en cuenta recursos sanitarios, se identifica claramente la escasez. Camas de hospital por cada mil habitantes, hablamos de un índice que en casi todos los países no llega a una cama por cada mil habitantes, indicador de relevancia. Bajo este escenario no hay sanidad debilitada, hay una incapacidad para atender a los ciudadanos que, habiéndose contagiado o no, requieran atención médica. De esta forma se pone en peligro los índices de mortalidad; que de seguir aumentando los contagios se intensificarán al alza.

Hay escasa densidad de médicos por cada mil habitantes en los países, que, en el mejor de los casos, es de 2 médicos por cada mil habitantes. Sin embargo, es la excepción, lo general es una densidad de 0 a 1 médico por cada mil habitantes. Estos datos y tomando en cuenta que contagiados y fallecidos se incrementan, aterran a la ciudadanía. Ante semejante situación, muchas personas el año pasado huyeron y de desastres naturales que, año tras año, acaban con las cosechas. Los registros contabilizaron 700 mil personas que salieron de un país en busca de una vida mejor.