En la víspera del tercer debate presidencial, mucho se ha hablado de este tipo de formas de tratar de convencer a una ciudadanía que el 1 de julio elegirá alcaldes, diputados locales y federales, senadores y presidente de la República.
Desde la realización del primer debate donde aún se encontraba en la palestra la señora de Calderón, surgen muchas voces que descalifican estos procedimientos, considerados por unos como muy democráticos, y por otros como un vil y vulgar circo político.
Tamaulipas no tuvo oportunidad del debate entre candidatos a senadores por diversos motivos: cada fuerza política se lava las manos y echa culpas a otros, manifestándose respetuosos de éstos.
Ya hay voces que desean un debate entre los candidatos a las alcaldías; en el caso de Victoria, quieren sentar frente a frente al actual alcalde óscar Almaraz con Lalo Gattás, Nayma Barquiarena, Mario Arizpe, Xico González y quien se quiera unir al palenque.
Insistimos en que muchos de los que desean ver este “debate” quieren ver “sangre”, es decir, su deseo no es promover la democracia, sino ver qué tanto pueden unos a otros echarse leña, golpes, gasolina y fuego, para ver arder a sus contrincantes de la forma más sensacional posible.
No pensamos que los debates puedan aportar mucho que digamos, y la verdad sea dicha, la mayoría de los que pensamos acudir a votar ya hemos decidido a nuestro candidato, y únicamente esperamos la fecha para manifestarlo en la boleta electoral.
Difícilmente cambiaremos de opinión, o al menos, los que conocemos desde siempre han manifestado una “línea” y no han cambiado a la fecha., hay que enfocarse en los indecisos, los que piensan que lo que hay es o no bueno, o los que sostienen que se requiere urgentemente un cambio de partidos, de candidatos y de formas.
Todos tenemos derecho a pensar bien o mal de un partido o candidato, y eso es un derecho universal que nadie debe interferir en él, o al menos no tácitamente. No creemos en la compra de votos porque a nadie se le lleva garantizando que vote por tal o cual postura electoral.
Insistimos: todos tenemos una simpatía, tan respetable como la del de al lado y tan criticable como cualquiera, pero tenemos que ser claros en ese sentido y propiciar que el proceso siga siendo un ejemplo democrático.
Algunos actores descalifican los procesos cuando no les favorecen. Estamos ciertos de que se respeta la voluntad popular, aunque a nosotros no nos simpaticen los resultados: hoy en día es muy difícil manipular los resultados de las urnas. Habría que hacer una serie de medidas prácticamente imposibles, porque el proceso se ha ciudadanizado y eso lo hace confiable.
Pero los debates…
Sinceramente, no pensamos que aporte mucho a la opinión ciudadana el hecho de manifestar lo que tenemos en contra de los demás. La experiencia que hemos vivido nos dice que son una buena oportunidad para exhibir, para difamar… pero no para proponer.
Y quien desea votar y no sabe aún por quien, lo que desea es entender qué nos ofrecen los candidatos, qué traen en su plan de gobierno y ya. Lo demás sobra, y no nos preocupa mucho, porque quizá ya estamos hartos de tanta suciedad y diatribas, pero queremos escuchar las propuestas de Almaraz, de Barquiarena, de Gattás, de González, de Arizpe y de cada uno de los candidatos, y entonces, de una forma consciente, procurar que el nuestro sea un voto útil y que aporte a la ciudad un buen gobernante, que la verdad, nos merecemos.
Dejemos a un lado los debates y hagamos conciencia de a quien entregaremos nuestro voto, que es más importante aún que escuchar como se “agarran del chongo”
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