¿A quién buscas? Busco, dijo, a una persona de buen corazón. ¿Y quién podría ser esa persona? Aquella que no guarde resentimiento, no juzgue a su prójimo, haga el bien sin mirar a quién, esto, entre otras cualidades. Lo veo difícil de encontrar, porque cuando la inocencia, arropada por el amor materno, se pierde por la necesidad de valerse por sí mismo, surge el interés por sobrevivir, y para hacerlo, la calidez y la bondad del corazón empieza a enfriarse ante las embestidas del egoísmo. Dices bien, pero no todo fruto del árbol se pierde ante la adversidad, siempre habrá alguna fruta que se nutra de su capacidad para resistir, así la persona, si tiene buenos sentimientos podrá resistir, aunque en ello muchas veces, por ser de extrema sensibilidad, sufra más en la defensa, porque ya sea fuerza o palabra su herramienta  para enfrentar al agresor, al herirlo, el dolor será igualmente suyo; es ese el atributo que mayor distingue a las personas de buen corazón, va en ello el tener que renunciar a su felicidad, pues aunque le asista la razón, nunca estará convencido, del hecho de tener que causar daño a su prójimo.

¿Callar entonces procede? ¡Callar dices! ¿Acaso el Cristo calló alguna vez ante las injusticias, o calló para no recibir en carne propia el castigo que no merecía, por llevar a cuesta la cruz de los pecadores?  Defiende pues, lo que tu espíritu te demande, que tu cuerpo sabrá responder en justa medida. Si tu espíritu te impulsa a defender lo justo, defiéndelo, más no temas a quienes quieren lastimar tu orgullo o tu cuerpo, teme a los que quieren arrancar de el soplo de vida que Dios te obsequió, más recuerda, que el Señor es Todopoderoso y cuidará bien del que cree en él y atiende sus mandamientos, pues no le cabe duda de que aquél que los sigue, hombre o mujer, son de buen corazón.

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