Cierta mañana  de un fin de semana, me encontraba tratando de entretener a José Manuel, mi nieto más pequeño, mientras su madre realizaba algunas compras; el niño es sumamente curioso y le gusta mucho hacer preguntas de todo aquello que le llama la atención, así es que, en esa ocasión, no fue la excepción, pues resulta que le estaba yo diciendo la importancia de guardar todas las medidas sanitarias para evitar contagios de Covid-19; José Manuel estaba muy atento, de pronto  preguntó: Abuelo, ¿sabes en qué se parece el Covid al mar?, pensé unos  segundos y le contesté: Dímelo tú. Mira abuelo el Covid se parece mucho al mar porque nadie sabe dónde comienza y donde termina. Además, tanto el Covid como el mar se  parecen, porque los dos tienen olas, éstas pueden ser pequeñas algunas veces y otras tantas, ser muy grandes, además,  así como el mar parece estar en calma, también el Covid lo parece, y cuando esto ocurre, puede ser que esté anunciando una gran tormenta; también  se parece en que si te hundes en una ola, en ocasiones necesitarás oxigeno pues te puede llevar al fondo, y entre más te hundas, es más difícil respirar y poder salir a la superficie; además cuando se enferman de Covid las personas,  terminan muy cansadas, pues tienen que luchar con todas sus fuerzas para salir adelante, igual ocurre si caes en el mar, en ocasiones hay tanta distancia para llegar a tierra, que tienes que nadar mucho y te cansas y terminas exhausto, tanto que puede morir ahogado por la falta de aire.

Al escuchar esto no pude más que admirar la imaginación de José Manuel, pero traté de explicarle que había algunas semejanzas pero siempre había que establecer las diferencias; el niño se me quedó mirando con extrañeza y para hacer más clara mi explicación recordé otra de sus narrativas espectaculares y le dije: ¿Recuerdas cuando observabas al gato que  andaba merodeando por las macetas de tu abuela?  Yo me acuerdo muy bien, porque me dijiste que los gatos eran muy inteligentes porque sabían sembrar, y yo te pregunté: ¿Cómo está eso?, y me dijiste: El gato se subió a una maceta, escarbó y para mí que sembró algo, pues empezó a cubrir las semillas con tierra, después tuvimos que ir juntos para ver qué clase de semilla había sembrado y cual fue nuestra sorpresa que no había semilla. El niño me miró y captó inmediatamente lo que quería decirle, pero entonces contestó: Ya te entiendo abuelo, pero en aquella ocasión nos faltó descubrir si la popó del gato no tenía alguna semilla, ya que pudo haber comido algo que tuviera semillas. Tienes mucha razón, le dije, siempre hay que ir al fondo de las cosas. Tal vez el Covid-19 procede de algún lugar que está muy relacionado con el agua y se necesita de las olas para llegar tan lejos como ha llegado. Con esa respuesta José Manuel se sintió más satisfecho.

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