La tragedia en la iglesia de Ciudad Madero debe de ser tomada en cuenta para evitar que algo similar se repita en el estado de Tamaulipas, hasta el momento van 12 muertes, y escribo hasta el momento, pues varios heridos en ese incidente siguen hospitalizados y esperando recuperarse.

Buscar culpables no devolverá la vida a ninguno, una construcción de poco más de 50 años, puede colapsar por múltiples razones, sin embargo, hay una de la que todos tenemos conciencia, pues desde hace muchos años, cuando se requería una nueva parroquia, eran los mismos feligreses quienes aportaban materiales en especie, dibujos de lo que debería de ser y hasta servicios de albañilería gratuitos con la firme intención de conseguir alguna dispensa en pecados cometidos en el pasado.

Y aunque en algunas ocasiones no faltaba algún ingeniero pecador que donara los planos necesarios, la utilización de “Maistros” y sus ayudantes de “media cuchara”, no garantizaban la interpretación correcta de las instrucciones, además de que, al hacerlo así, se podían ahorrar lo que le correspondía al “Cesar”.

Ese ahorro ml entendido, tiene consecuencias nefastas, no es la primera vez que sucede, hay referencias históricas de lo que sucede cuando se desgastan las juntas, se vencen los soportes, se aflojan los tornillos o simplemente se cansan las vigas.

¿Cómo indagar quien era el párroco responsable hace 53 años? Muy fácil en el Obispado, pero tal vez ya no viva, o en el mejor de los casos, no recuerde quienes de los asiduos feligreses de entonces iniciaron la construcción de la iglesia sin los permisos de construcción de aquellos años.

En los años 70s se construyeron muchas iglesias en Tamaulipas, es fácil identificarlas en cualquier municipio, la mayoría de ellas son de “dos aguas”, pero si hace usted un poco de memoria sobre como lucía cuando usted iba de acolito y como luce ahora, se dará cuenta de que en el transcurso del tiempo apareció la sacristía, después el campanario, un poco más adelante el salón de juntas y por último el departamento habitación para el párroco titular.

Lo curioso de esas edificaciones es que a simple vista se nota que no llevaban un plano rector, cada agregado tiene diferente altura, diferente material y las juntas entre una y otra construcción son fácilmente identificables.

Anticipar que suceda de nuevo no debería de ser muy arriesgado, pero existen medios y métodos para hacerlo, mismos que regularmente son cuestionados y por fuerza popular y mediática desechados.

El mejor ejemplo sucedió en Matamoros, el año pasado una inspección de Protección Civil a todos los negocios de Matamoros terminó convirtiéndose en un tema político, logrando eliminar el operativo de inspección del derecho de uso de suelo.

Si bien el tabulador elaborado por la anterior legislatura, resultaba un robo en cuanto a multas y sanciones, el hecho de verificar las construcciones publicas resultaba en una tranquilidad para todos los habitantes.

Porque esa costumbre de construir agregados sin permiso oficial, no solo es de los templos, muchos negocios e industrias acostumbran hacerlo para ahorrarse unos cuantos pesos en impuestos, sin embargo, una nueva tragedia puede ser el detonante de una inconformidad mayor.

Todos los lugares públicos deben de ser revisados, una tragedia ahí sale del ámbito familiar y se convierte en escándalo cuando quien tenía que verificar no lo hizo y tal vez a ello se deba la premura con la que fueron retirados los escombros en Ciudad Madero.

Muy pocos lo escucharon en aquel entonces en Matamoros, pero Mario López el Presidente Municipal me lo explicó claramente en una entrevista, dijo: “La intención del ayuntamiento no es recaudatoria, es simplemente poner en práctica la CULTURA DE PREVENSIÓN”