En Latinoamérica 2015, había 8 millones de personas mayores de 60 años en situación de dependencia del cuidado por dificultades para realizar actividades básicas como vestirse, bañarse o comer. Esta cifra será 27 millones para 2050. Estas personas dependen de ayuda de otros, necesitan servicios de atención a largo plazo (SALP) que, con excepciones, es limitado y los servicios públicos son prácticamente inexistentes.
Dado el estereotipo de género, el miembro de la familia que da SALP es la mujer lo que afecta la igualdad de género. En el análisis de la encuesta sobre el uso del tiempo de Chile, Colombia, Costa Rica y México, la mujer representa de 63% a 84% de cuidadores a largo plazo y representa 72% a 88% del total de horas SALP. En todos los países, las
mujeres que brindan SALP tienen menos probabilidades de trabajar y las que pueden hacerlo trabajan menos horas a la semana y tienen doble carga de trabajo.
Este entorno impacta en una región que envejece, con participación baja de la mujer en el mercado laboral y de lento crecimiento, lo que exige reformas para equilibrar la carga de cuidado dentro de las familias y reducir su impacto
en el desarrollo profesional y retención de capital humano, y profesionalizar los SALP creando millones de empleo formal de calidad para mujeres y hombres, como en otras regiones del mundo. Es asunto de derechos y
calidad de vida para la población de personas mayores y cuestión de igualdad de género y oportunidad económica equilibrar la carga del trabajo de cuidado del hogar.
Un futuro saludable no se logra sin poner salud y bienestar de la población en el centro de la política pública. La mala salud empeora perspectiva económica de una persona a lo largo de la vida. En el caso de niños, afecta
su capacidad para acumular capital humano; para los adultos, reduce la calidad de vida y los resultados del mercado laboral, y las desventajas se agravan a lo largo de la vida. Es común la frustración por atención inflexible,
impersonal y burocrática. En el sistema de salud, esas experiencias se suman a una seguridad social deficiente y coordinación de la atención poco efectiva, lo que cuesta millones de vidas y gasto enorme para las sociedades.
Existe evidencia que invertir en salud pública y prevención primaria genera importante dividendo económico y de salud. La tecnología digital hace que muchos servicios y productos sean seguros, rápidos y sin problema. No hay
razón por la que, con política adecuada, no suceda en los sistemas de salud, excepto que no se desee fortalecer el bienestar para mejor control social y para robarse descarada, abierta e impunemente el presupuesto. Observe el
sistema de salud de Victoria y de Tamaulipas y saque sus conclusiones.