En agosto de 2022 escribí sobre un asunto que atrajo la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de trascendencia para los profesionistas.

En resumen, se trata de la Ley para el Ejercicio de las Actividades Profesionales de Jalisco, cuyo análisis por la Corte sigue pendiente pero que marcará o no, en su oportunidad, un precedente importante en materia de certificación periódica de profesionistas.

Hoy retomo el tema, estimado lector, a propósito del escándalo mediático llamado: plagio de la Ministra Esquivel.

Y es que -con tono irónico pregunto-: ¿Cómo votará la Ministra Yasmín Esquivel cuando la Segunda Sala a la que pertenece, debata el caso de la Ley para el Ejercicio de las Actividades Profesionales del Estado de Jalisco? ¿Lo hará en el sentido de una certificación periódica obligatoria, o su criterio será tan relajado como la elaboración de su tesis?

Ahora, más allá de lo académico, que por lo dicho por la UNAM es ya más que evidente que la Ministra sí hizo trampa, considero que el origen de que personas sin las credenciales óptimas lleguen a esas grandes responsabilidades, siempre es producto de malas decisiones políticas: ¿Quién la propuso?

Ya que, incluso, en mi opinión, así fuera una destacada abogada, el solo hecho de ser esposa de Riobóo (constructor consentido del Presidente) la debió haber descalificado para ser propuesta, pues para un cargo de tal magnitud como lo es integrar el Pleno del Más Alto Tribunal del país, donde precisamente la objetivad, la imparcialidad e independencia deben ser las principales características del encargo, resulta absurdo que alguien con tal nivel de conflicto de interés con el titular del poder ejecutivo, haya llegado.

Lamentable, pero estimo el Caso Ministra Esquivel es solo la punta del iceberg, ¿Cuántos casos Yasmín Esquivel habrá a nuestro alrededor? ¿Cuántos alcaldes o tomadores de decisiones hay en el servicio público local que no tienen la preparación académica o respaldo profesional para la responsabilidad que tienen?

Aunque bueno, algunos ni se preocuparían si les auditaran su tesis, porque ni título tienen…

La mala es que la Ministra Yasmín como muchos otros funcionarios debería renunciar, pero no lo hará ni harán; la buena es que el poder público es efímero y, más temprano que tarde se irán. Y lo harán como llegaron: sin vergüenza. Pero si no son juzgados por nuestro débil y selectivo estado de derecho, sí serán juzgados por la comunidad profesional, y social.