El pasado mes se detectó en España 34 brotes de coronavirus, todos controlados. ¿Su aparición implica que la situación no está bajo control? No necesariamente, pero puede dejar de estarlo. Un brote es una agrupación de casos inesperada de una enfermedad. En este caso, se pueden trazar, identificar, y su relación se puede comprobar, de modo que se sabe la fuente de infección y se acota. A partir de ahí, se siguen los contactos hasta que se consiguen aislar y se corta la transmisión. En el lado opuesto está la transmisión continuada comunitaria, que se produce cuando van surgiendo casos en una comunidad, pero ya no hay forma de saber cuál ha sido su origen, diferencia fundamental.

La clave es distinguir si hay trazabilidad de los casos, contención y capacidad para frenar la cadena de transmisión. En ese caso, puede hablarse de brote localizado y controlado; de lo contrario, a preocuparse. En los brotes más recientes, lo positivo es que se logró trazabilidad y seguimiento de contactos, de más estrechos a más lejanos. Con capacidad de hacer pruebas, se acota los contactos para identificar posibles casos con rapidez.

Sanidad detecta el origen del 60% de los contagios con el sistema de vigilancia epidemiológica que se aplica desde el 11 de mayo, focalizado en conocer el mínimo detalle de cada nueva infección. Diagnostica más casos asintomáticos y leves, en 24 a 48 horas. Siempre va a haber casos que no se sabe de dónde vienen, pero a partir de él, trazas todos sus contactos para evitar más transmisión.

Cuando la semana pasada se supo que había 400 casos en Alemania vinculados a un matadero, la gente se escandalizó, pero hay dos números: 400, en un matadero, una localización concreta, identificada, con trazabilidad de casos y capacidad para contención y aislamiento. Hacia eso hay que caminar. En las próximas semanas y meses vamos a ver noticias de casos asociados a reuniones, empresas, residencia de ancianos, significa capacidad para detectarlos, hacer estudio de contactos, aislarlos, etc.

El hecho de que 4 comarcas de Aragón hayan vuelto a fase 2 por un brote muestra que el sistema funciona. Lo positivo es que se retrocede a fase 2 en comarcas y zonas concretas, delimitadas, está dentro de lo previsto. El problema no es los brotes, los va a haber, el problema es no detectarlos y acotarlos con rapidez. Es manifiesta la necesidad de reforzar sistema de epidemiología y de atención primaria. La clave es tener gente capaz de buscar los contactos, hacer entrevistas, reaccionar ante el menor síntoma, siendo proactivos, analizando continuamente datos y la situación, para saber de dónde viene cada contagio. Se necesitan epidemiólogos.

Cualquier agrupación de casos debe tener documentación de qué ha ocurrido para, ver qué ha fallado: los servicios de prevención de la empresa, o fue una fiesta, si se sobrepasó el aforo en una boda o si es que no llevaban protección.

Vamos a un escenario de transmisión controlada para que el sistema sanitario no se sature. Teniendo en cuenta que el país no puede permitirse vivir sin el turismo y sin la actividad comercial, la opción es coexistir con la aparición de casos nuevos. Hasta que no haya solución definitiva, tenemos que conformarnos con un cúmulo de casos constante. La clave es que haya control de ellos.

Los brotes en lugares de trabajo tienen que ver con las condiciones laborales, de transporte. Ha pasado con personas migrantes con horario extenso o contratos por horas, van apretados en los transportes, poco espacio en los comedores o en las cadenas de montaje. Si se introduce una infección, favorece los contagios. Las empresas, deben tener sus servicios de prevención e higiene y trabajar de forma decisiva. Probablemente contratar más inspectores de trabajo para velar por que las condiciones laborales se ajusten a las medidas de seguridad.

Los brotes que se producen en una residencia son los temibles. La urgencia de control en una residencia es altísima, son personas en vulnerabilidad y cualquier infección acarrea gravedad. Hay que trabajar con velocidad brutal para la detección; y no sólo cuando haya un caso, al mínimo síntoma. Es fundamental que se ponga el foco en proteger a la población vulnerable. Aunque en una institución cerrada hay menor riesgo de expansión de la epidemia, un brote en una residencia alarma por su gravedad clínica.