Prácticamente concluidas, las campañas político-electorales nos dejan unos días de meditación a los que creemos que vale la pena, y de trabajo con los nuestros a los que pensamos que vale.la pena promover el voto de tal o cual persona para que llegue al Congreso de Tamaulipas.
Atrás quedaron los descalificadores profesionales que se dedicaron a manejar Boots -sí se dice hoy en día a los chismes de lavadero, corrientes, insanos, sin fundamento y sin personalidad- en contra de los que supuestamente deben perder. Todos sabemos que habrá un triunfador en cada distrito electoral, y los más sensatos saben de sobra que su candidato o candidata llegara o no, porque han hecho trabajos de sondeo serios.
Hay dos tipos de sondeos o encuestas: las que se hacen para tratar de convencer a la gente que no lee, que no se entera y que cae en cualquier engaño, y los que se hacen para medir realmente la penetración obtenida y el grado de confianza en un virtual triunfo… o derrota.
Pero ya se pasó el tiempo de ir a convencer y de acusar compra de votos, factor que siempre hemos pensado, es muy difícil de comprobar, porque no hay forma de ue alguien frente a un testigo haga la transacción y el otro la reciba. Cosas de politiquería barata, pues.
Ya hemos de haber pensado no en lo que nos inundó en las dos últimas semanas en redes sociales, porque, sincera y finalmente, ¿qué nos importa en Victoria lo que prometen en Altamira? ¿Realmente estamos ocupados por lo que piensen los electores o candidatos de Nuevo Laredo?
Viene una semana de reflexión y de pensar muy pero muy bien a quien entregar la confianza depositada ya en otros factores que nos han quedado mal, o en los que han logrado satisfacer nuestras expectativas: de todo ha habido y la hora del voto llega y es cuando la verdadera encuesta es la que funcionará y tendrá peso válido y social. De otra forma, nada vale.
En pocas palabras, el trabajo está hecho… o dejado de hacer, y los que pretendemos votar ya tenemos una idea. Difícilmente cambiaríamos de opinión a estas alturas, y para la decisión tienen que tomarse en cuenta muchos factores, considerando que la política son enlaces con otras fuerzas y enroques que nos permitirán avanzar en ciertos aspectos que, por cierto, han dejado mucho que desear últimamente.
Ya la culpa de tal o cual político quedará atrás: sus virtudes y promesas estarán en la palestra esperando ser cumplidas, o al menos nosotros pensaremos que lo harán.
Importantísimo es no dejar que nada ni nadie influya más en nuestas decisiones en el aspecto electorero: debemos razonar el voto de acuerdo con lo que esperamos de una clase política que a veces nos decepciona, pero que será la que nos de la cara. Es una buena oportunidad de mostrarnos qué tan grande puede ser la confianza hacia ellos y la capacidad de respuesta.
Y la apuesta por las curules está hecha en Tamaulipas, y habrá que esperar los resultados, aceptarlos de buena gana y esperar que sean los mejores para Tamaulipas.
Merecemos un Congreso digno que sepa ganarse un lugar en la sociedad, y que deje a un lado las actitudes difíciles que n os han llevado a pensar en la necesidad de disminuir el número de legisladores.
Necesitamos que justifiquen su presencia con acciones autenticas, propias y leales hacia quien los lleva a vivir bien durante tres años.
Se ha llegado el tiempo de la votación, luego del de convencimiento y campañas. No dejemos que se ensucie el proceso, hagamos algo por nosotros mismos y dignifiquemos, al menos, la participación ciudadana, logrando que haya una votación ejemplar, digna de una sociedad como la nuestra, que bien merece un buen Congreso, leal y justo.
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