Como me alegra despertar por las mañanas y saberme vivo; como el extender mi brazo entre la sábana para tocar la palma de la mano de mi amada, para sentir su suave tacto, que interpreto como un: Estoy bien… e igual me alegro; y con la sonrisa en la boca, mostrando mi gratitud al Creador por la nueva oportunidad que me ofrece para disfrutar todo lo que me espera en el transcurso del día, confirmando así que en la voluntad del Padre, sólo bendiciones encontraré por el camino; entonces me animo a contar las cosas que me ocurren, para mostrar a quien se toma el tiempo de leer y no piensa que escribo sólo necedades, por tratarse de eventos por demás sencillos que igual le ocurren a muchas otras personas, pero, que no son consideradas importantes hasta que no encuentran en ellas los mensajes que Dios te quiere decir.
Y sucedió que mi nieto, el mayor, que hasta ahora cuenta con 13 años de edad, me pide de favor lo lleve en auto a recoger un artículo de su propiedad, y ya en el camino, abre una ventana a su imaginación, tratando de ver el futuro próximo y me dice: _Abuelo, llegará el día en que nos demos tiempo para viajar juntos, será cuando tenga yo suficiente edad para tener licencia de manejo y poderte llevar a donde tú me digas, y verás cómo por el camino nos iremos conociendo mejor, yo aprenderé de ti, de tu conocimiento de la vida, y agregarás nuestra aventura a tus buenas historias y relatos que abundan en verdades y fantasías. Sabrás entonces que mi amor por ti es sincero y comprobarás cuanto te quiero.
Y sucedió que aquella mujer que padece de trastorno depresivo recurrente y que busca siempre tener consigo un tratamiento que en verdad arranque de raíz el mal que le aqueja, para no estar siempre resignada a tomar cuanto medicamento existe para controlar su mal. A mi preocupación de que pueda sufrir las consecuencias tóxicas del consumo crónico de tantas pastillas me dice: _No se preocupe médico, aunque yo quisiera tomarme el medicamento como me lo receta el especialista, le confieso que nunca lo he podido llevar con tal exigencia, primero, porque nunca me surten completa la receta por que en la farmacia no hay existencia; y segundo, porque el único medicamento que si me llegan a surtir, tiene como efecto secundario el que se me olviden las cosas, y tan efectivo es, que ya me da igual no tener para comer, porque se me olvida que mi peor mal es la pobreza.
Y resulta que una buena señora ha podido ver lo que muchos no quieren ver por la falta de fe y por consentir todo lo que le ocurre a una sociedad en decadencia, que por cierto, dejó de buscar en el cielo, para buscar en la basura, y preocupada me cuenta, que le han estado sucediendo algunas cosas inexplicables que la han llevado a la meditación, concluyendo, que algo la trata de apartar del buen camino, y me pregunta, si yo he visto algunas señales que ella describe como promoción del mal, para que esta tendencia esté por encima del bien.
Muchas cosas ocurren en la vida, algunas no son tomadas en cuenta por considerarlas de poca importancia, pero yo pienso, que no hay cosa insignificante en la vida, pues todo lo que ocurre, trae consigo una enseñanza.

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