Caminaba con mis nietos María y José en un centro comercial, cuando mi nieta detuvo nuestra marcha para hacerme una súplica relacionada con la importancia de tener una mascota; me lo imagino, le dije, de hecho, ustedes tienen un hermoso perrito en su hogar al que aman y le proporcionan todos los cuidados que merecen las mascotas. Así es abuelo, pero yo quiero hablarte de que estoy enamorada. Cómo es eso María, a tus 9 años de edad, hablándome de estar enamorada. Sí abuelo, estoy enamorada un pequeño hámster, que vi en una tienda de mascotas, que precisamente esta ubicada dentro de este centro comercial. La niña tomó mi mano y cambiamos el rumbo para dirigirnos al sitio donde había ocurrido el enamoramiento citado, me condujo directamente a donde estaba el roedor y ella pegó su carita al contendedor de vidrio donde lo exhibían, me llamó la atención que se encontraba separado del resto de los demás y le pregunté a la dependienta el motivo, entonces ella respondió: es una hembra y no dio más explicaciones. Imaginé de inmediato que el aislamiento de aquella mascota se debía a su sexo, ya que en otro apartado se encontraban los machos. A mi esposa y a mí nos agradaba el color de otros de especímenes, pero la niña insistió que ella tenía el derecho de escoger a su mascota y que le parecía que, de no respetar su deseo, estaríamos discriminando al hámster de su preferencia. Antes de cumplirle el deseo a nuestra nieta, le hablamos a María de la gran responsabilidad que estaba adquiriendo y ella aceptó con agrado, y en seguida le pedimos que hablara con sus padres para no interferir en las reglas que suelen tener en los hogares sobre la adquisición de mascotas. María inmediatamente se comunicó con su padre, pero éste se encontraba atendiendo un asunto importante y le dijo que después hablarían y como no reprochó nada, mi nieta dio por hecho que la mascota sería bienvenida. Nuestros nietos hicieron escala técnica en nuestro hogar, donde María aprovechó para hacerle toda clase de mimos a su mascota, pero no contaba con el carácter del animalito, quien probablemente por el estrés que le ocasionó el cambio, no tenía buen ánimo, así es que le propinó una mordida en su dedo índice. Desconocíamos que estos roedores tienen una forma muy particular de comportarse y no les agradaba ser manipulados, pensamos que sería mejor regresarlo a la tienda o buscarle otro benefactor, pero María no se amilanó ni con la mordida que le proporcionó, ni por el hecho de habernos dado cuenta de que sólo tenía un ojo, o que el color no es del agrado de su abuela, ella dijo: Estoy enamorada de mi mascota y ahora más, por que por ser diferente y ser discapacitada, más necesita de mis cuidados. Hoy la mascota de María yace en un espacio de nuestra casa, y como si se tratara del primer día de clases, mi esposa y yo fungimos como tutores, mientras que nuestra nieta envía mensajes con frecuencia para preguntar por Rasputia, nombre que le puso a su mascota y que en hebreo significa: nombre dado a una niña que significa engañadora y en ruso: Tiempo de las malas rutas.

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