No cabe duda que las cosas cambian con el tiempo, y las expectativas se convierten en otro tipo de situaciones que queremos o tenemos que asumir. Los años son maravillosos y nos dejan una cantidad impresionante de enseñanzas que ninguna escuela es capaz de prodigar, salvo la de la vida.
¿Qué sucede en nosotros? que las cosas cambian radicalmente de acuerdo con los años. Un día eres el niño que busca un compañero para jugar al fútbol, cuando posteriormente estás localizando la oportunidad de iniciar una relación, o de concluir tu carrera; al paso del tiempo, y estás en una etapa que todos viviremos, o casi todos, en la que las experiencias sean lo más prolífico de todos nosotros.
Vivimos en una sociedad curiosa, que atiende sus necesidades de acuerdo al qué dirán los demás y deja a un lado muchas veces las necesidades reales de sus miembros, y claro ejemplo, lo podemos visualizar en la vialidad de Victoria, nuestra capital, tan fuertemente castigada por la apatía, la ineficiencia, la deshonestidad y la marrullería oficial.
Y es que existen detalles que la autoridad no considera quizá por penar que son muy pequeños o inoperantes, pero que para muchos de nosotros son importantes. ¿Qué tan importante es tener rampas para discapacitados? Muchos se olvidan de las necesidades que tenemos cuando nos estamos haciendo viejos, y se olvidan de que necesitamos más tiempo para cruzar la acera o una rampa más generosa. Se olvidan, como es el caso del Instituto Mexicano del Seguro Social, que los adultos mayores no caminan mucho y se les dificulta llegar, y entonces ponen una estúpida cadena, inhumana e insensible para que nadie se estacione en su explanada, haciendo caso omiso a las necesidades reales de sus asegurados.
Nos hacemos viejos y con esa situación, nuestras limitantes crecen: nadie se pone a pensar en lo difícil que es para algunos de nosotros visualizar los letreros de señalización en las calles: la señalética actual no es lo mejor que pudiera pensarse, y se ha hecho en base a gente que ve bien, que no tiene problemas con sus sentidos, y se han olvidado de los que ya no vemos por la edad o una enfermedad -o ambas- y que requerimos ser asistidos.
El enorme egoísmo con que nos conducimos nos lleva a actuar de esa forma, y a dejar de pensar en lo que otros requieren.
La autoridad, por años ha desatendido el aspecto de los topes en las calles: nunca los pintan y muchas veces vamos circulando y no vemos la línea de material y nuestras unidades sufren daños, porque la autoridad no quiso invertir en un bote de pintura parra señalarlos.
Parecen aspectos mínimos, ue no son importantes, pero hay que entender que la pirámide poblacional se está invirtiendo, y ahora somos más las personas mayores y las necesidades de atención, en una administración que se ha caracterizado por su apatía, su deshonestidad, su negligencia general y su falta de probidad.
Es aquí donde las dependencias encargadas del adulto mayor y de personas con discapacidad deben sugerir acciones reales y concretas que no sean palabrería ni demagogia: que haya mejores rampas, que haya señalamientos, que se respeten los cajones en tiendas de autoservicio y calles, para discapacitados, por citar solamente algunas de las necesidades que no se cubren, porque todos están más ocupados en aspectos banales que en lo que realmente se requiere.
Como que va siendo hora de que nos apliquemos, y recordemos que hay un porcentaje importante en la población adulta de más de 50 y 60, y es necesario tener forma de atenderlos adecuadamente.
Ellos ya sirvieron, ahora toca servirles.
Llega el tiempo de pensar como adulto mayor, como persona con ciertas discapacidades, y ver la forma en que puedan ser atendidas adecuadamente por la autoridad, y que justifique su existencia y desarrollo.
O, ¿se necesitan plantones y quemar y tirar basura, pintar paredes y más para ser escuchados y atendidos?

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