La igualdad es el centro del desarrollo pues provee a la política de fundamento centrado en enfoque de derechos y vocación humanista, y es condición para avanzar en un modelo centrado en cerrar brechas estructurales y converger a mayores niveles de productividad, sostenibilidad económica y ambiental, difusión del conocimiento y fortalecer la democracia y la ciudadanía plena. Implica abolir privilegios e instaurar orden de iguales en derechos para toda la sociedad. La igualdad de derechos exige cierre de brecha de ingreso, capacidad, oportunidad y acceso al bienestar.
Los derechos civil, político y cultural se institucionalizan y promueven libertad, participación política, civismo, igualdad de trato y de justicia, reconocimiento de diferencias por sexo, género, etnia, lugar de origen, cultura y filiación socioeconómica. Derechos sociales y económicos se vuelven reales a través de prestaciones accesibles a toda persona y políticas que promueven en todos los estratos el desarrollo de capacidades y la inserción en el mundo productivo a través de la innovación, la educación y el trabajo.
Igualdad de derechos, justicia social y reconocimiento de la diversidad o igualdad en la diferencia son pilares para la igualdad que tiene dos caras: igualdad de derechos e igualdad sustantiva. El sentido de los estados de bienestar radica en que los individuos construyen su sentido de pertenencia a la sociedad y su adhesión a la vida democrática sobre la base de estas caras. Los círculos virtuosos entre igualdad y sentidos de pertenencia y adhesión, son clave para enfrentar un mundo de complejidad creciente, en el que es cada vez más difícil articularse en la sociedad. Igualdad se refiere a igualdad de medios, de oportunidades, de capacidades y de reconocimiento.
La igualdad de medios es distribución justa del ingreso y la riqueza, y mayor participación de la masa salarial en el producto; la de oportunidades, en la ausencia de discriminación de cualquier tipo en acceso a posiciones social, económica o política. La igualdad en acceso a capacidades se refiere a habilidad, conocimiento y destreza que los individuos adquieren y les permiten emprender proyectos de vida. Implica igualdad en educación de calidad, salud, acceso al mundo digital, nutrición y condiciones de vida, reflejadas en menor hacinamiento y mayor acceso a bienes duraderos.
La igualdad como reconocimiento recíproco se expresa al participar los actores en el cuidado, trabajo y el poder, en la distribución de costos y beneficios, y en la afirmación de identidades colectivas. Entendida como igualdad relacional, se refiere a cómo las personas perciben el orden colectivo en que viven en términos de igualdad y desigualdad, a diversos campos de intercambio social, como convivencia urbana o en las escuelas.
La igualdad es fuerza impulsora de la eficiencia, de aprovechar capacidades y recursos y sostenibilidad del sistema económico. La desigualdad es resultado del funcionamiento de la economía y determinante clave de ese funcionamiento pues define el acceso de agentes económicos a capacidades y oportunidades, y modela las reglas de juego que rigen sus decisiones. La desigualdad conlleva grandes costos de eficiencia, lo que significa que su superación es condición necesaria para el desarrollo. La política en favor de la igualdad produce efecto positivo en términos de bienestar social y contribuye a generar un sistema económico favorable para aprender, innovar y aumento de la productividad.