El sismo del pasado 19 generó una avalancha de calificativos favorables para la sociedad mexicana. De solidarios, hermanados, organizados alrededor de ayuda en la tragedia sin necesitar del Gobierno; sobrados de deseo y actitud para la ayuda, escasos de recursos y herramientas, se muestra una parte de la realidad. Se calló acerca de la multiplicidad de atracos y de asaltos aprovechando que el tráfico vial se congestionó; nadie mostró las imágenes de la rapiña a que se sometió a centenares de sitios en la ciudad de México.

Pareciera que domina el escenario informativo cronistas de fútbol. La Selección golea y gana; campanas al vuelo. Gana sin avasallar; se cumple. Batalla y no se gana; salen a relucir los sabios de la pantalla que debieran ser entrenadores de fútbol con la exigencia de no regresar al micrófono en caso de no lograr llevar a su equipo al campeonato, para señalar los errores en la alineación y en estrategia. Se pierde y exigen acciones profundas de cambio, menos extranjeros, más desarrollo de fuerzas básicas; que la Federación se aplique al juego y no al negocio (escupen hacia arriba), negocio que ellos pretenden hacer grande con paneles de expertos que 24 horas al día examinan lo que acontece en el fútbol.

Igualmente sucede con el terremoto y México: somos un pueblo solidario; que provoca escepticismo internacional a través de esta actitud sorprendente; que se hermana, ayuda y apoya. Somos grandes; somos lo mejor de lo mejor; nadie nos detiene en nuestro propósito solidario. Los políticos sacan tarjeta roja y vetan que se difunda lo negativo y los medios de comunicación aceptan participar evitando decir lo que sucede de lamentable alrededor del sismo, engrandecen al pueblo y dejan de lado aspectos fundamentales. ¿Por qué la zona sísmica del país continúa

tan exageradamente poblada y carece de especificaciones de construcción que eviten una masacre? ¿Por qué el Estado Mexicano no se ha interesado en crear y mantener sitios de mando con acceso a herramientas, equipo, equipos humanos capacitados y adiestrados para ayudar, a insumos y alimentos en general? ¿Por qué los políticos continúan organizando y entregando a través del Sistema DIF, que poco tiene que ver de manera directa ante desastres la ayuda que reciben del país? ¿Por qué unas horas de lluvia causan desastre y caos en la mayoría de las ciudades del país?

Aun en el desastre y en la tragedia, el Estado Mexicano y sus satélites de control de gobierno continúan manipulando la verdad y la realidad para evitar que los mexicanos recordemos que es el Estado responsable por omisión y complicidad del desastre y del caos que genera la naturaleza, cuando se permite crecer sin orden, sin planes de acción de respuesta y se gobierna con una absoluta carencia de responsabilidad. México se cae; se inunda; se sume en socavones; arrastra mexicanos que no pertenecen al Estado Mexicano con la complacencia de los mexicanos solidarios, hermanados, que enorgullecen.