Ayer, lo que parecía ser una broma y no lo fue, me hizo reflexionar sobre la importancia de aspirar a tener lo mínimo indispensable para realizar con calidad nuestro trabajo. Aunque pareciera que la calidez pudiese obsequiar todo lo necesario para lograr la satisfacción de los usuarios, no se puede prescindir de la calidad; veamos el caso de la importancia del papel carbón, o papel pasante, o papel calca, como quiera usted llamarle, que sirve para hacer copias simultáneamente, antes en lo que eran las máquinas de escribir, después las impresoras, y que ahora con los procedimientos modernos no se requiere, por ello, está cayendo en desuso; pero no para nosotros, los médicos institucionales, pues hemos regresado a elaborar las recetas manualmente y en papeletas que son fotocopias de lo que fuera en algún momento una receta original. Quiero aclarar que lo narrado  no es una queja, pues cuando inicié mi trabajo institucional, se nos dijo muy claro, que deberíamos ponernos la camiseta, traduciéndose esto como el hecho de adaptarse a los vaivenes de la economía nacional, lo que repercutiría positivamente en nuestro sentimiento patriótico y nacionalista, pero negativamente en la emisión de un documento tan importante como son las recetas; y efectivamente, ha habido  sexenios donde ha alcanzado para la impresión de recetas, que reflejan la suficiencia económica del gobierno, las llamamos recetas médicas oficiales, oficiales dije, porque cuentan con su folio, su sello gubernamental, estatal y nacional, según el caso; diríamos que su presentación dignifica a la institución y enorgullece a quienes las utilizamos alguna vez, aunque siempre habrá quien diga, que no importa si la receta se hace en papel estraza, siempre y cuando sea legible, pero sobre todo sea el resultado de un proceso eficaz y eficiente de quien la prescribe. Bueno, resulta que el papel carbón brilla por su ausencia en nuestro centro de trabajo y es un material muy peleado por todos los departamentos, si eres afortunado lograrás obtener un papel carbón que al menos tenga un promedio de diez usos anteriores; en lo particular tuve que faltar a mi espíritu institucional y  pedí disculpas a los usuarios por la mala calidad del copiado de su receta, lo que he tratado de suplir dándoles un amplio reforzamiento de cuál era el nombre del fármaco y cómo debería tomárselo, porque me resultaba muy tardado tener que repintar las copias, y sí, mi estimado lector, lo más sencillo era comprar papel carbón con dinero de nuestro bolsillo, yo lo hice, hasta que éste se agotó en algunas de las papelerías de antaño que aún guardaban como una antigüedad dichos insumos.

Ayer, le cambié un favor a una de mis compañeras por una hoja de papel carbón, y ésta me dijo: Cuídelo como la niña de sus ojos, porque de estos, de estos, ya no hay.

“De los que resisten el poder de tu diestra, guárdame Señor, como a las niñas de los ojos. Ampárame bajo la sombra de tus alas, contra los impíos que me persiguen. Cercado han mis enemigos a mi alma” (Salmos 16: 8-9)

 

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