En torno al candidato de MORENA a la gubernatura, Américo Villarreal Anaya, gira una cauda de historias sobre su pasado y presente político, negativas, neutras y positivas, que inevitablemente terminan en especulaciones sobre su futuro a mediano plazo.

No es cualquier futuro el que vislumbra. Es el futuro de un más que posible, Gobernador.

Pocos lo conocen realmente a fondo. Sus encomiendas públicas no han gozado hasta ahora de reflectores luminosos, micrófonos a granel, entrevistas masivas o frecuentes portadas de periódicos. Como consecuencia, su trayectoria en ese quehacer aunque reconocida en el terreno administrativo resulta, si no un enigma, sí poco conocida para muchos.

Tal vez sea este balance el resultado de dedicarse a cumplir su trabajo, tal vez sea su naturaleza poco afecta a escenarios oropelescos o tal vez haya sido en el cumplimiento de sus responsabilidades en salud un soldado leal a sus superiores y ha permitido que sus logros, como suele suceder en la política, brillen en frentes ajenas.

Como sea, queda claro algo muy importante: Durante décadas, Américo no ha dejado de trabajar en tareas públicas, lo que habla, ojo, de disciplina y de cumplimiento sostenido de sus obligaciones, así como de la confianza de quien lo llevó a esas trincheras. De no ser así, no hubiera sobrevivivido en esa selva que es la actividad gubernamental. Lo que se ve no se juzga.

Hoy, el destino llevó a Américo a la búsqueda de replicar en parte la historia política de su padre, en una interesante coincidencia de trayectorias. Ambos en principio funcionarios públicos y ambos también senadores de la República antes de ser postulados como candidatos a gobernador.

¿Por qué poner sobre la mesa la similitud?

La respuesta se relaciona con lo que menciono líneas arriba. Padre e hijo coinciden en su perfil público: Discretos, alejados de cámaras, pero efectivos.

Fue precisamente esa forma de actuar del ex gobernador, compartida hoy por su vástago, la que lo llevó a ser considerado en su momento un mandatario de mano suave por su proclividad a la conciliación. Una identidad política y pública que es evidente le heredó a su hijo.

Muchos consideraban inadecuada esa tónica de trabajo en un puesto en donde es usual el autoritarismo y los golpes en el escritorio para demostrar quien manda, pero el tiempo, como suele decir Carlos Salinas de Gortari, pone a cada quien en su lugar.

Sobre esas críticas, sobre esas opiniones, Américo Villarresl Guerra es recordado como uno de los mejores gobernadores que ha tenido Tamaulipas. No exagero si señalo que muchos aún lo extrañan.

No significa lo anterior que esa forma de dirigir un Estado sea una receta infalible, pero de que parece recomendable, como dice la voz popular, no hay vuelta de hoja…

NO LOS ENTIENDO

Demonios, no entiendo a los diputados locales.

Parecen no tener en su gran mayoría ni la mínima idea de cual es su trabajo primordial: Mantener a Tamaulipas dentro del Estado de Derecho y ser el mejor ejemplo público del respeto a los ordenamientos, en especial a la Constitución, nuestra máxima norma.

Por favor, hagan a un lado los colores e intereses partidistas que definen la postura de las dos fracciones mayoritarias. Por favor, dejen de manosear a los intereses del pueblo como argumento para librar una batalla que de no ser contenida, pronto pasará de las curules a las peleas de callejón.

Por favor, ajústense a lo que marca la Carta Magna y por una vez, aunque sea por una vez, muestren altura política y no actitudes de bravucones de barrio…

¿Es mucho pedir?

LA FRASE DEL DÍA

“Para el que no tiene nada, la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad…”

Miguel Delibes

 

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