Toda actividad donde se desempeña el ser humano tiene límites hacia arriba y hacia abajo: la política tiene también sus marcas soportables, y hay algunos que se dedican a esta actividad que no tienen conciencia de lo que es sentido com+un, honorabilidad, conciencia, sentido común, honestidad o algo positivo, aunque fuera para bien propio.
Tal es el caso del doctor que pretendió ser alcalde y ha surgido como el mayor fraude electorero, populista y de vicios que ha tenido Victoria. Nos referimos al amante de las zumbas y la vida licenciosa que no tiene empacho en engañar a los victorenses, muchos de los cuales ya estamos mucho muy enojados.
Porque hay de enojos a enojos.
Hay que entender que cuando alguien se mete de administrador debe tener la mínima conciencia de lo que se trata: en el caso del agua, los sistemas tienen materiales y herramientas, piezas baratas y caras que se requieren para su funcionamiento: nada es gratis y debió aprenderlo el señor del 17 y sus vasallos que han hecho fortunas personales, trampas, mentiras… de todo, menos cumplir.
Cierto es que hay muchas fugas, y que es un desastre la ciudad, pero también es cierto que anduvieron muy boconcitos diciendo que el problema del agua era culpa de Almaraz, y que el personaje en cuestión con un par de zumbas lo arreglaría.
No se puede engañar al gobernador de una forma tal que se piense que en Victoria estamos bien: las calles están cambiando porque el gobierno estatal ha metido recursos y personal, ante los oídos sordos de González Uresti, una de las más grandes decepciones políticas, humanas y sociales que nos ha tocado tener al frente.
Estos días hemos tenido necesidad de transitar por el centro de la ciudad, y el lenguaje que escuchamos que se dedica a Xicot´rncatl no es propio de un caballero o de alguien con educación, aunque, en descargo de los que lo externan, hay que ser justos y entender que el enojo tiene días sin agua, porque no se previnieron con piezas de lo que se ha descompuesto.
Pensaron que eran eternos los tubos y llaves, y se olvidaron que hay que invertir, asumiendo que todo era ganancia personal. Se gastaron nuestro dinero en tontería sy ahora Victoria no tiene infraestructura, aunque ya teníamos problema, pero no era más grande que las zumbas del alegrón alcaldito. Surgen preguntas: ¿No le dará vergüenza? ¿conocerá la vergüenza? ¿estará bien de sus facultades mentales? Y otras mucho más severas que tienen también eco en represalias para quien osa quejarse del señor alcalde que no ha servido para nada, y seguramente será el callo más grande que tenga que sobrellevar su partido en las próximas elecciones.
Los comentarios personales son muy propios y somos libres de tenerlos, pero lo qe no es viable es tener que soportar tanta negligencia: no se justifica la falta de agua por ningún motivo, y es tiempo que esos que buscan el voto se acerquen a sus partidos políticos, busquen a sus representantes y los hagan trabajar exigiendo a través de un Congreso que no ha funcionado, que exija a la autoridad nos responda ante la falta de agua.
Humanamente no es digno vivir sin agua, no es sano, no es justo.
Pero el problema es que muchos que tienen acceso a las esferas de poder se erigen como agachones y no son capaces de reclamar a Xicoténcatl por su falta de resultados y de trabajo, y hablamos de respondernos de la manera más sencilla: logrando que haya agua, aunque sea un poco, en todos los sectores de nuestra castigada ciudad.
No queremos saber el resultado de tanto enojo popular contra un alcalde y una administración reprobada, inservible, neófita, incapaz, plena de corrupción que todavía tiene el cinismo de decir que el problema “ya existía”.
Esos, que los lleven al basurero, donde también estorbarán, porque gentuza con esas capacidades no tiene cabida ni en las mazmorras más indignas que pudieran haberse construido.
Y Victoria no merece ese tipo de sinvergüenzas.
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