En el ritmo de la Liturgia de la Iglesia Católica se celebra el cuarto domingo de Adviento, el último antes de la celebración de la Navidad.
Hago una invitación a reflexionar sobre lo que es la celebración de la Navidad. Es celebrar que un día Dios, en la segunda Persona de la Santísima Trinidad, es decir, el Hijo se hizo hombre, a este Dios-hombre lo reconocemos como Jesucristo, y es la máxima expresión de amor de Dios por la humanidad: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16).
El texto del Evangelio de este domingo, Mt 1, 18 – 24, después de la genealogía de Jesús, que inicia la obra del evangelista san Mateo, en la que se apunta la humanidad y la divinidad del hijo de David y de Dios, se explica cómo fue su nacimiento. María la madre, está encinta por obra del Espíritu Santo antes de convivir con José. Éste siendo justo, se propone repudiarla en secreto.
José, sin embargo, es advertido en sueños por un ángel del Señor: el hijo viene del Espíritu Santo, repite el texto por segunda vez en tres versículos para dejar claro, así, el origen divino de la creatura. Y su nombre será Jesús “porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. En las lenguas vernáculas cuesta más, incluso en griego, pero en hebreo el enlace entre el nombre y la misión del niño está claro: Jesús significa el Señor salva. El mensaje de los libros proféticos en conjunto es un mensaje de salvación de parte de Dios concretada, ahora, en el hijo de José y María.
En la primera lectura de este domingo tomada del libro del profeta Isaías, qué nombre pondrá la virgen a su hijo: Emmanuel; san Pablo enseña a interpretar las Escrituras aplicándolas a Cristo; san Mateo lo explica aún más: “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con- nosotros”. Y todo esto significa que es la concepción de María por obra del Espíritu Santo, es la revelación del ángel a José y es la genealogía inicial: la Historia de la Salvación viene de muy antiguo.
Se puede orar con palabras de la oración de la misa: “Te pedimos, Señor, que infundas tu gracia en nuestros corazones para que, habiendo conocido por el anuncio del ángel, la encarnación de tu Hijo, lleguemos por medio de su pasión y de su cruz, a la gloria de la resurrección”.
He dicho que la Navidad es celebrar el amor de Dios por la humanidad expresado en la persona de Jesús que quiso nacer de María virgen el un pesebre, por la tanto deseo que en esta Navidad cada persona y cada familia acoja al Dios-niño en su corazón llenos de amor para poder decir a todos Feliz Navidad.