Hace muchos años llegó a Victoria, con un sinfín de pensamientos propios, muchos de ellos, envueltos en sus sueños de escritora y poeta, de amante de las letras y con una gran curiosidad por conocer y dar a conocer mucho de lo que la vida le ha otorgado.

Carmen Quiroga Echevarría es una institución en la televisión universitaria nacional, y no únicamente en la entidad que le ha dado, como a muchos otros, abrigo solemne y cariñoso. Hoy, celebra tres décadas de existencia en la Universidad Autónoma de Tamaulipas.

Pero la historia de Carmen data de tiempo remoto: ella surge a la televisión dentro de una cadena privada, a invitación de un amante de la cultura de nombre Raúl González Sierra.

Comienzan a estructurar un sueño y proyecto a la vez, para dar luz a aquel programa llamado “Enfoque”, donde Quiroga surgía en la pantalla, por lo general, sentada en un banco, con su largo pelo rubio, relatando algunos aspectos del teleperiodismo que nace y toma un papel protagónico en una sociedad que ávida de veracidad y de datos más profundos, abraza el sueño de Raúl y Carmen y los hace propios.

Enfoque se constituye como un gran programa de televisión porque informa y deja huella. Rompe un poco –o mucho- con aquellos que solamente trataban de divertir con ademanes y risas infantiles, con voces agudas y gestos un poco o mucho grotescos.

Con Enfoque, podemos decir que surge la televisión formal en la capital de Tamaulipas, y por ese proyecto, algunos de nosotros tuvimos participación activa o entusiasta; a veces más entusiasta que activa, pero finalmente participamos.

El columnista recuerda con mucho afecto dos programas Enroque especiales: cuando se hizo el primero de tantos reportajes a la Reserva de la Biósfera de El Cielo, y cuando se hizo el reportaje de la cirugía pediátrica de corazón abierto con bomba de circulación extracorpórea, por el eminente cardiólogo Enrique Corona, quien fungía como director del Hospital Infantil de Tamaulipas.

Aquellos fueron tiempos en que no había tele prompter y teníamos que escribir partes del guión en cartulinas para, luego, ubicarlas en torno al lente de las cámaras de la televisora, de forma tal que no tuviera Carmen que voltear y que se deformara la imagen.

Mucha gente participamos, y muchos aprendimos qué es la televisión local, y la forma de hacerla con los pocos recursos existentes.

Hace tres décadas, el proyecto de Carmen toma forma en la Universidad Autónoma de Tamaulipas para dar vida a TVUAT, la que, por cierto, ha obtenido infinidad de premios locales, nacionales e internacionales por la calidad de sus muchos trabajos. De ello, Carmen tiene una historia vida en sus venas. Por sus manos y sus ojos han pasado las historias de la UAT y de Tamaulipas, así como informes rectorales y testimonios de la vida universitaria de las últimas tres décadas y que, hoy, forman parte de la historia audiovisual de nuestra entidad.

Se dice pronto, pero Carmen, aquella mujer potosina que llegó en los ochentas se consolidó y consolidó una estructura televisiva para hacer historia y formar parte de ella.

Juntos cursamos el doctorado en Comunicación y viajamos a Santiago de Compostela a defender el Trabajo de Investigación Tutelado. Margarita Ledo fue causante de que Carmen sea una doctora en Comunicación. Claro, y los muchos logros de nuestra Carmen, nuestra Quiroga.

Tres décadas de distancia separan aquellos sueños, y siempre viva la imagen de Carmen, a quien el tiempo no ha vencido ni otros aspectos, y que sigue formando recursos humanos para una televisión universitaria que crece en prestigio, tecnología y calidad, sobre todo, la calidad humana que Carmen siempre impone en todo lo que lleva a cabo.

Aquella mujer de fuego, que llegó huracán y se posó mariposa, hoy celebra 30 años de su proyecto de vida: TV-UAT.

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