Tal vez usted haya visto una película –hay quienes las llaman bodrios– titulada “Daño Colateral”, estelarizada por el entonces fortachón y ahora caricatura de sí mismo, el austriaco naturalizado norteamericano, Arnold Schwarzenegger.

El filme es sólo una retahíla de acciones bélicas y proezas increíbles y hasta infumables, de quien después fue Gobernador de California. En su gran parte el guión es más de lo mismo del contenido en otros trabajos cinéfilos de Arnold.

Pero como suele suceder en casi todo, siempre hay algo para recordar y sobre todo, tomar en cuenta. En este caso, un diálogo sostenido en una de las escenas, entre jefes del Comando Central y los ejecutores de un ataque aéreo con bombas teledirigidas, a una base enemiga ubicada dentro del casco urbano de esa localidad.

En el texto en cuestión recitado, quien parece ser el comandante del operativo pregunta, con un tono como si la duda fuera si había café, si habían calculado cuántas víctimas mortales inocentes –civiles– podrían ser el saldo fatídico del bombardeo.

Casi sin levantar la vista, el operador del ataque respond con voz neutral: “calculamos que alrededor de 25 o 30”.

El jefe, también sin emoción en sus palabras, autoriza la agresión con una frase: “Está dentro del rango permisible. Adelante”.

¿Para que recordar este abominable pasaje, que pinta de cuerpo entero la falta de moral y humanismo en las guerras y en los operativos para eliminar células guerrilleras o a sus líderes?

Toda proporción guardada, por lo que está sucediendo en Victoria.

Desde hace meses, para ser más precisos desde los finales de 2016, la clase política priísta ubicada en esta capital y lo que es más preocupante, los empleados que trabajaban para los jerifaltes tricolores, fueron “pasados” por una especie de cedazo que algunos definen como “purga” y en consecuencia, fueron cesados. Muchos con más de 20 años en sus puestos.

La eficiencia no tuvo relevancia en esas decisiones, sino el sólo hecho de prestar servicios a quienes manejaron el poder durante casi 80 años en la Entidad.

Sin lugar a dudas, es facultad de cualquier patrón, sea en el sector público o en el privado, separar de la empresa a quienes no les funcionan en sus estrategias. Hasta allí, dudo mucho que alguien pueda llamar ilegal a esa potestad laboral. El Gobierno del Estado es también, visto desde ese ángulo, un patrón y puede actuar en ese papel dentro de su nómina.

Pero algo me inquieta sobremanera en este escenario.

En forma alejada a la decisión adoptada en la película de Arnold por los jefes del comando –obviamente estadounidense porque siempre son los héroes– en la depuración tricolor puesta en marcha en Tamaulipas parece no haberse calculado el número real de víctimas.

Como asienta la voz popular, se les pasó la mano. En el propósito de reducir a su mínima expresión a una generación de políticos priístas se llevaron entre los pies a miles de victorenses que hoy, no exagero, son víctimas al borde de la tragedia de esa especie de depuración. Hasta panistas –y muchos– se han ido a la calle en el paquete, al medirse con el mismo rasero a prácticamente todo el personal que laboraba antes del nacimiento del nuevo sol estatal.

Como es muy evidente, el daño colateral rebasó el “rango permisible” en Victoria y ahora decenas de negocios se han ido a pique, miles de ex burócratassin partido buscan acomodo y centenares han tenido que emigrar dejando a sus esposas e hijos, para tratar de encontrar una oportunidad de empleo. En general, la economía cueruda está al borde del colapso.

Insisto: se les pasó la mano…

LA FRASE DEL DÍA

“Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado…”

Napoleón Bonaparte/Mariscal y emperador francés

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