Decía Baden Powell, fundador del movimiento Scout, en su libro titulado “Roverismo hacia el éxito”, sobre el consumo de alcohol, que él, como buen inglés, disfrutaba mucho un trago de whisky, por su sabor y calidad; el segundo trago, decía, ya no se disfruta igual, porque ya entra en el individuo el hecho de que el alcohol adormece las papilas gustativas, y ya no sabe igual.
Decía entonces que no es malo tomar una copa de vino –refiriéndose a cualquier tipo de bebida- y disfrutarla, sino en la cantidad.
Como paréntesis, el libro “Roverismo hacia el Éxito” es considerada una de las grandes obras de quien fuera Primer Barón de Gillwell y un destacado Lord inglés. Su temática iba dirigida a muchachos de entre 18 y 23 años, pertenecientes a la mayor de las ramas del escultismo o movimiento Scout.
Hace años, los scouts se desempeñaban en tres secciones o ramas: manada de lobatos, para niños de 6 a 11 años; tropa de scouts, de 12 a 17 y clan de Rovers, de 18 a 23 años, y que conformaban la preparación básica para que uno pudiera ser autosuficiente, desempeñarse adecuadamente y ser útil, según los principios scouts, a Dios, a su patria, a su hogar… y a sí mismo.
El asunto es que en el clan de rovers, el adelanto se manejaba por “rocas” o “escollos” que debía superar el aspirante a la insignia “RS”; los escollos eran: mujeres, charlatanes y presuntuosos, irreligión, vino, y apuestas, como enseñanzas básicas.
Al superar el muchacho estos escollos, aprender de ellos y vivir con ellos en forma mesurada, tenía asegurada una madurez casi plena. No es dejar de vivirlas, pero entenderlas y saber los riesgos que implica adentrarse de más.
En ese sentido, en el caso del vino, era muy importante para BP –así se le conocía- el hecho de aprender a tomar.
Y retomamos lo anterior por el exhorto que hace la Secretaría de Salud en voz de su titular Gloria Molina Gamboa, para que quienes disfruten o disfrutemos de días de asueto entendamos que la felicidad no incluye bebidas necesariamente, y que debemos aprender a beber como medida; podemos disfrutar de una cerveza sin problema alguno, pero de eso a excedernos… como que no va.
Y es que este año ha habido varios accidentes carreteros en los que “don alcohol” ha estado presente. No podemos manejar la irresponsabilidad de conducir luego de haber bebido alcohol: la demás gente no tiene la culpa, y cada vehículo que se cruza en nuestro camino es parte de una sentencia, porque los tripulantes están expuestos a una mala maniobra de un borracho o alguien que ha perdido el sentido de reacción por efectos del vino, y pone en peligro su vida y la de los demás.
Y mire que según estadísticas, en niños de 1 a 4 años de edad, la principal causa de sus fallecimientos se debe a accidentes vehiculares, donde, insistimos, el alcohol tiene fuerte presencia.
Entender que son días de descanso, de disfrute, de asueto y convivencia familiar o con los amigos es fundamental, porque de esa forma conjuramos los peligros propios de una irresponsable forma de beber.
Olvídese de los frigobar que casi regalan algunas cerveceras: compre uno si quiere, pero no se destrampe bebiendo para conseguir códigos y una casi segura tarifa a la muerte o a la incapacidad.
Pensemos un poco más: aprovechar y disfrutar las vacaciones debe ser premisa de todos, pero sin los riesgos del alcohol.
Insistimos: no es el hecho de que la gente no beba nada, sino que uno entienda hasta donde son sus límites, y la forma en que debe conducirse.
Por favor, ayudemos a los nuestros para que haya menos accidentes: tenemos que bajar las estadísticas, y para ello, la secretaría de Salud insiste: no bebas si vas a manejar.
La secretaria Molina nos pide hagamos causa con la autoridad, con todos los sectores, y que disfrutemos mejor estos días, que nuestra familia nos lo va a agradecer siempre.
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