Aunque la elección del nuevo dirigente del PRI es un tema artamente trillado por la prensa, es una constante de los propios militantes de que al recta final de la elección solamente llegaran dos contendientes como son Oscar Luebbert Gutiérrez y Sergio Guajardo Maldonado y estos quien está seguro de ganar el proceso será este último, quien es el candidato de los dos últimos gobernadores priístas como son Eugenio Hernández Flores y Egidio Torre Cantú, quienes tienen una relación tortuosa y solamente se ponen de acuerdo cuando tiene enfrente una asunto de dinero o de intereses mutuos.

En este caso la dirigencia estatal del tricolor es una mangar al que ni los vientos de cambio quiere desairar, porque se trata de prolongar la victoria del 7 de junio del 2016 hacía los próximos seis años.

Así los 300 consejeros de los 540 que supuestamente tenía seguros en el centro de la entidad el reinosense Luebbert Gutiérrez, pasaron por arte de magia como sucede en los procesos electorales, a las preferencias de Guajardo Maldonado, lo mismo sucede con los consejeros de Nuevo Laredo, Tampico y otras plazas importantes del tricolor.

A la intervención de estos dos perversos ex gobernadores priístas hay que sumarle la mano tenebrosa del secretario general del gobierno de los vientos de cambio César Verastegui Ostos, para que el resultado final del proceso “”democrático”” priísta favorezca a Guajardo Maldonado.

No obstante, la Virutilla Areola se sigue moviendo ante los medios informativos y en ese tenor ofreció una rueda de prensa, donde aseguro que los tres que llegaran al final del proceso son Él, Luebbert y Roberto González Barba. Lo cual parece descabellado.

A los vientos de cambio le conviene que este último prospecto gane la elección pero también hay una factura pendiente por cobrarle a Luebbert Gutiérrez. Pero para el común de los priístas se trata de una de las contiendas internas más intensas y apasionadas al grado que “La Chiquita” Felipe Garza Narváez quiere abandonar el Barco de Morena para regresar al tricolor.

En cambio el tema que se puso de moda en la semana que transcurre es el de un desencuentro entre el propietarios de un importante rotativo de la capital del estado y el aspirante fracasado a la rectoría del a Universidad Autónoma de Tamaulipas Juan Salinas Espinoza quien también ocupa el cargo de secretario, este ultimo considerado uno de los beneficiarios de la obra pública durante la administración de Egidio Torre Cantú en las principales ciudades tamaulipecas y que por lo mismo los verdaderos constructores de la entidad lo vieron como uno más de los prestanombres del malogrado ex gobernador priísta.

Los dos amigos de Torre Cantú, se picudiaron durante una reunión de los cuates del ex gobernador que tuvo lugar en “El Partenón” multimillonario de San Pedro Garza García, Nuevo León, construido con los impuestos de los tamaulipecos. Trascendió que el desencuentro fue tan ríspido entre ambos, que se dijeron hasta de que se van a morir.

Nada tiene que ver lo anterior con la reunión que celebraron ayer los delegados federales ante la inminente entrada a territorio nacional de la Tormenta Franklin, que se prevé afecte la región sur de Tamaulipas. A la cual asistieron la mayoría, entre ellos el delegado huele fiestas de la secretaría de gobernación Rabindranath Juárez Mayoquín, a convocatoria del secretario general de gobierno César Verastegui Ostos.

Lamentables los hechos sangrientos de las últimas semanas en la carretera Victoria-San Luis Potosí tramo Victoria-Jaumave, se suponía que con las construcción de esa vía se reducirían los índices de accidentes, recordemos que la construcción de esta fue motivada por los recurrentes percances en la carretera antigua. Se cree que la causa es la falta vigilancia para que los vehículos de carga pesada no excedan los limites de velocidad, principal causa de percances.

El gobernador tamaulipeco Francisco García Cabeza de Vaca, hizo una visita sorpresa a un hospital de la ciudad de Reynosa, dijo seguirá con visitas repentinas a los centros hospitalarios de la entidad, pues argumento que la supervisión la hará personalmente, porque con la salud no se juega.