La lección me quedó grabada en forma permanente.

Años atrás, más de los que quisiera aceptar, mi entrañable amigo y añorado compadre ya fallecido, el abogado Andrés Espinosa Casas, me dijo en una plática que en la integración de un expediente ante el Ministerio Público, el inculpado no tenía que preocuparse de lo que dijera al ser interrogado, sino de lo que le pusieran como si lo hubiera dicho.

No era una anécdota, sino la brutal realidad de lo que sucedía y sigue sucediendo en el terreno jurídico de nuestro país, La aplicación de la ley en México en muchas ocasiones no significa justicia. Cientos, miles, lo saben y lo sufren o lo disfrutan, según el papel que jueguen.

Viene al caso esta remembranza por lo que ahora enfrenta Ildefonso Guajardo, ex Secretario de Economía de Enrique Peña Nieto, blanco de una acusación por un supuesto enriquecimiento inexplicable cuyo origen es más inexplicable aún, dada la pobreza de la falta que se le atribuye para fincarle ese cargo.

Pero no es eso la médula de esta reflexión, sino una pregunta que la Fiscalía General de la República le hizo a Guajardo, por la denuncia que éste lanzó sobre una aparente persecusión política y en la que él asegura, su inocencia quedará comprobada. La interrogante fue:

¿Si Guajardo es honesto, de qué se preocupa?

Bueno, la respuesta se podría derivar precisamente de lo que expuse en el inicio de estas líneas.

En este bendito país –incluyo a los estados– en materia de justicia no importa cuán honesto o malandrín sea el indiciado, sino cuán honesta sea la autoridad que lo señala. En otras palabras, lo que importa es lo que asienta en actas el acusador como verdad, no lo que esgrime el acusado como defensa.

No sé a ciencia cierta si el ex Secretario de Economía sea culpable de lo que se le acusa, pero lo que sí sé, es que lo menos que puede hacer Guajardo es no preocuparse.

Para las autoridades que lo investigan, en los casos de los que ya hemos sido testigos hasta ahora, la honestidad no se valora por las acciones del indiciado, sino por las intenciones de los fiscales, que abusan de la interpretación de las leyes para manipular la letra de la misma.

Así, ¿Quién puede dormir tranquilo?…

FELIPE Y LA DECISIÓN

¿Por qué el encono contra Felipe Garza Narváez?

En las filas morenistas, donde milita el médico, el fuego “amigo” lo ha elegido como blanco un día sí y otro también.

¿Por qué, si es parte de la misma casa política?

Responder a esa duda es relativamente sencillo. Prácticamente ninguno de los aspirantes a ser candidato a gobernador en Tamaulipas por Regeneración Nacional tiene la trayectoria, las aptitudes y el conocimiento de las trincheras estatales como las tiene Felipe. En otras palabras, en una medición simple de capacidades, no hay para qué perder el tiempo.

¿En verdad piensan sus detractores que atacándolo minarán sus posibilidades de ser el elegido?

No es ese el camino en esa parcela. No tienen la artillería para eso y lo único que conseguirán es exhibirse.

Déjense ya de tonterías. A estas alturas, el candidato ya está decidido. Y no tienen idea de las sorpresas que se cocinan…

 

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