Cuando llegue el invierno, compraré una cama más chica, y con ella una buena cobija, quiero que mis noches, a pesar de la inclemencia del intenso frío, sean extremadamente agradables por el calor que juntos crearemos, y nos proporcione con ello el clima perfecto para que el jardín de nuestros amores se llene de flores, y el huerto de nuestros deseos, rebose de jugosos frutos de dulces sabores, para hacer de nuestro amor una eterna y plácida primavera, y en aquel ambiente de paz y de armonía, surja del alma complacida, nuestra vocación de pintores, para iluminar nuestros albores con la magia de múltiples colores.

Cuando llegue el invierno, amada mía, iremos temprano a nuestra cama, dejaremos con ello la impresión de que somos viejos, más aquellos decires y erróneos consejos, nos dejarán en la tranquilidad de despertar a un mañana, con la jovialidad que todo sana, y te prometo, que, en el interludio, te diré tantas cosas suaves al oído, para contemplar cómo la fina piel de tu bella cara se ruboriza, haciéndote ver más joven y lozana.

Cuando llegue el invierno y estemos disfrutando de la calma, miraremos en nuestros ojos los destellos del deseo,  iluminando tenuemente la media luz que amable nos acoge y acompaña; tú me regalarás esa sonrisa hermosa y seductora, que invita a reflejarme en el espejo claro de tus ojos encendidos, y a delinear con mis labios, el perfil de tu nariz, para llegar al seno de tus labios rojos,  y cuando cumpla en ellos todos mis antojos, caeré de hinojos ante ti, mujer, causante de todos mis arrojos.

Cuando llegue el invierno, no tendrá tu cuerpo, que es el mío, más dolor y más frío, pues estaré fundido a él, como fue en un principio, cuando tú formabas parte de mi cuerpo en el vergel que Dios nos regalara.

Cuando el invierno llegue a nuestras vidas, al vernos convertidos en el albo amanecer de la montaña, pasará de largo, al ver que en la cima existe una eterna primavera, por tener tan cerca de él, el calor que emana de la bendición que el Señor nos regalara, dándole por siempre el nombre, de amor divino e infinito.

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