Este artículo nació de una carta hace 10 años, su contenido provoca una reflexión acerca del verbo amar cuya esencia es una orden de Dios a través de los mandamientos dados a Moisés: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Aquí cabe hacernos una pregunta, ¡Nos queremos, nos valoramos? Como la suprema creación de Dios?, sólo así podemos amar a nuestro semejante.
En una familia eso debe imperar amar, no es tan solo la convivencia, es ese fuerte lazo de sangre que impera en nuestro ser, ya que el amor engrandece y dignifica la vida…
El sólo amar engrandece, puede lograr la paz y la reconciliación entre los seres humanos.
Abatir la discriminación, vencer el racismo, diferencias de razas, culturas, idiomas y religiones. Amando nacen las verdaderas y duraderas amistades, ama sin importar que sólo tú eres quien ama. El amor duele, cuesta más te hace sentirte plena, fortalecida, el amor construye y debe ser mantenido con verdad y compromiso.
Amar es un compromiso que hay que tomar…
Se que es difícil porque habrá personas, seres que poseen cualidades o acciones para ser amadas mas tu esfuerzo te aseguro que dará frutos que te provocará ir por la vida tranquila, placentera con tranquilidad interior y conformidad contigo misma si conjugas en ti el verbo amar.
Por hoy es todo.
Hasta la próxima. Carpe diem.