Con los recientes acontecimientos sucedidos en el estado de Hidalgo, hemos visto todo tipo de publicaciones y ediciones digitales de personas que tienen un inmenso pavor de llamar las cosas pro su nombre, desde el propio presidente de México.
Las cosas, simplemente, deben mencionarse como lo que son y no hay ningún problema, porque u a persona justa reconocerá el término y lo aplicará como debe de ser.
No estamos de acuerdo, por ejemplo, en que el robo de combustible se disfrace de acciones necesarias para paliar las necesidades de un pueblo castigado por el sistema político anterior, como rezan muchos adoradores de la nueva corriente política llamada “Morena”, y que ha demostrado ser más corriente que política.
Tienen razón en externar sus simpatías, que podemos o no congeniar con ellos, pero como mexicanos tienen todo el derecho de hacerlo, pero querer discupar a los ladrones de combustible porque son pobres, porque su padre no les dijo que era delito o porque iban a algo que no sabían que final tendría, es totalmente inverosímil.
Todos sabemos lo que es bueno y lo que no, y miente quien diga lo contrario.
De nuestros políticos encarcelados por desviar fondos, como el caso de algunos exsecretarios y de todo tipo de cargos, no podrán decir que no sabían que tomar dinero ajeno se constituye como un robo, y el robo es un delito que se castiga y tiene penas corporales, que tiene consecuencias, así que no nos salgan con disculpas para quien no ha querido observar la ley.
Dicen algunos otros en redes sociales que quien tiene verdadera necesidad de comer sale a trabajar y a buscar la manera de hacer llegar a casa el sustento y no a robar.
No se puede justificar a alguien que, por “ser pobre” tiene derecho a apropiarse de lo que es ajeno. Hay que imaginar que entonces, porque tenemos una imperiosa necesidad de no caminar, podemos subirnos al primer vehículo que encontremos y tomarlo como propio… ¡Claro que no! Eso constituye una acción ilícita, y no es culpa de un gobierno o de un sistema corrupto: la culpa viene de casa, donde nuestros valores no fueron cimentados en el honor, en la decencia, en el respeto a los demás como el respeto a nosotros mismos.
No acaba uno de leer algo en redes sociales cuando vemos una sarta de palabras mal hiladas donde justifican a quien robó gasolina por años, y queremos justificar su acción. No hay nada que justificar.
Y el gobierno, lo que debe hacer es hacer valer la ley y el respeto a lo ajeno, a lo de los demás, y propiciar que haya desarrollo para desalentar las conductas ilegales, pero no puede constituirse como el papi de todos y determinar que son acciones mal encaminadas y nada más.
Es robo: así de claro.
Y se debe establecer una mecánica que permita a todos tener oportunidades, pero será importante que todos queramos tomarlas y sacar avante un proyecto de subsistencia personal y familiar, y, sobre todo, enseñar a nuestros hijos que las cosas se ganan de una forma lícita, que el robo es ilegal, que los delitos no deben generalizarse y lo mejor que podemos hacer es actuar en forma honorable.
Dejemos el tiempo de pretextos y de culpas a pasados partidos políticos y administraciones, dejemos la manera de justificar la indolencia de unos y la irresponsabilidad de otros. Hoy toca asumir la responsabilidad de los nuestros y hacer que cada uno tenga presente la misión que debe cumplir sin afectar a los de a un lado u otro, pero siempre conducirse con una honorabilidad manifiesta.
Porque nadie tiene la culpa de que no nos alcance para cubrir nuestros gustos o necesidades más que la falta de actividad, de trabajo, de querer sacar adelante una situación difícil, pero propia en todos sentidos.

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