Ayer me dijo mi esposa María Elena, que me estaba cambiando el carácter, asombrado le pregunté por qué y ella contestó que me irritaba fácilmente cuando tocábamos un tema donde teníamos marcadas diferencias; le pedí me diera un ejemplo, porque tal vez no me estaba percatando de ese detalle; ella contestó: no deseo hacerlo porque seguro que vamos a discutir; bueno, le dije, entonces permíteme analizar mi manera de actuar en las últimas 24 horas; ella se me quedó mirando, y evidenció un discreto titubeo, pero aceptó. A ver, regresa la película al día anterior, dijo sonriendo. Ayer me levanté temprano como siempre, lo hice con cautela para no despertarte, me senté en el borde de la cama e hice mi oración de gratitud al Todopoderoso por el nuevo día, me dirigí al baño a lavarme la cara, pero recordé que no te agrada que deje huellas de jabón en el lavabo, así es que  después de usarlo le di una limpieza, lo mismo hice con el sanitario, después saqué los papeles del baño, coloqué la toalla sobre el toallero procurando que todo fuera simétrico, apagué la luz del baño y prendí la de la escalera, llegué a la cocina y me dispuse a preparar el café, y dispuse dos recipientes para un vaso de agua tibia y un shot de jugo de frutos rojos, que tomas antes de iniciar tus actividades; puse ropa en la lavadora, recogí los desechos de nuestra mascota; preparé la mesa para dos, abrí las ventanas para que circulara el aire, saqué la basura, saqué el auto de la cochera, acomodé los sillones de descanso de la cochera, me aseguré que hubiese agua en el tinaco, prendí el boiler, apagué la luz de la cocina y sala, te subí tus bebidas antioxidantes y rehidratante, para entonces, tú ya te habías dirigido al baño, aproveché para cambiar las sábanas, antes roté el colchón; me preguntaste qué quería desayunar y te contesté: lo de siempre, lo que sea más fácil de hacer, tú insististe que fuera más específico, como estaba en la planta alta  y tú en la baja, alcé un poco el tono de la voz, no me escuchaste bien y tuve que bajar hasta donde te encontrabas, para repetirte lo que había dicho y ahí empezaron a surgir los detalles; hasta entonces me puse a analizar qué había hecho mal para que tú te molestaras y fue cuando reconocí que no era perfecto.

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